DOÑA PETRA

Mi dolor ya no tiene nombre, mi rostro ya no tiene forma, mi vida es como el agua, y mi alma inexistente se parece a la Virgen María del altar de doña Petra; tan abandonada, sin luz, sin flores frescas desde que ella falleció.

Y es que esta mañana me siento tan solo, tanto que pienso que ya hasta he desaparecido, que he muerto y solo soy un fantasma quejumbroso que asusta a la gente con su tristeza, y es que el muerto se queja porque no tiene a nadie de quien abrazarse, y es que el muerto se le sube al vivo porque no tiene sueños ni descanso digno.

Así soy yo, ahora mismo podría irme con cualquiera, beber lo que sea, y dormir con alguien de cabello desteñido, olor a cigarrillo, minifalda animal print, y que me lea los poemas de Alejandra Pizarnik, para que luego se suelte a llorar recordando a un exnovio que la trató mal, y se abrace de mí para vengarse de él.