Cuando el sol sucumbe al giro de la tierra,
la oscuridad conquista mis ojos—
y su amante distante se alza, vestido de luz.
Cuerdas de perlas
danzan majestuosas por el cielo,
despertando deleite en las ventanas de mi alma.
Sombras se proyectan sobre nuestro cuarto,
una luz suave se une a nosotros en el silencio—
un susurro compartido entre miradas.
Las siluetas de tu cuerpo
son acariciadas por el viento que nos cubre;
esta noche, el tacto es mi guía.
Eres un país inexplorado,
silenciado por la ceguera del deseo—
y anhelo caminar por tu bosque.
Abrazar suavemente tu terreno de seda,
caminar por el final de tus montañas—
un lugar de leche y miel.
Déjame descansar en tus valles bajos,
donde tu esencia canta en el silencio,
donde puedo perderme en tu ritmo.
Déjame recoger tu río de amor,
saciar mi sed con el descubrimiento,
y bañarme en tu rocío matutino.
Porque esta alma halla la paz
en las ramas tejidas de tus árboles,
anidando mis pensamientos en hojas doradas.
Las flores silvestres queman el peso de mi espalda,
liberando suavemente lo no deseado—
pues tu pecho consuela mi corazón.
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                        Autor:    
     
	Rick Robles (Seudónimo) ( Offline) Offline)
- Publicado: 28 de septiembre de 2025 a las 10:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9
- Usuarios favoritos de este poema: AnnaSerena28, Mauro Enrique Lopez Z.

 Offline)
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