Leibniz no tenía razón

J.P. Vázquez

¡Vaya!, me han contado muchas cosas de ti, pero ahora que te veo, siento que eres todo lo que me dijeron y a la vez todo lo contrario. ¡Yo, que en mi cubo me desentendía de los conflictos, como si sólo viera la ficción detrás de esa prótesis que nos absorbe la humanidad y no tuviera ni un ápice de sufrimiento vicario con real compasión!, ¡fácil sentirse extranjero, fácil sentirse un extraño, fácil sentirse ajeno, fácil no querer perder la comodidad del sillón de la repetición viciosa! Pero en cierto punto comprendo que lo que pasé era síntoma, que será condición heredada, las píldoras que tomarán los niños y serán sedados con instantáneas formas intrusas que moldearán sus pueriles mentes. Hoy quiero pensar, levemente iluso, levemente iluminado, que veo más allá del muro que nos pusieron para no ver la incomodidad, para no verte a ti, ¡y eso que todos creen saber quién eres! Como aquel que me contó de ti y que yo al principio le quería creer; pero ahora son reales los optimistas bien informados. No entiendo el objetivo de tu duplicidad: En la primera mano tienes las chiquillerías, caprichos, fantasías, fetiches y risas; en la segunda tienes la sangre de todos tus hijos pasados, presentes y futuros. En la primera mano tienes la naturaleza tal cual para nosotros los estudiosos, curiosos y deleitados; en la segunda tienes la superstición, el mito justificador de barbaridades y la naturaleza destructora de esa naturaleza dada para nosotros. En ambas manos tienes las pertenencias, ¿de quién?, ambos lados dicen que son suyas, ambos lados no saben que se degrada el todo con el paso de los segundos, pero igual declaran y quitan todo. En ambas manos tienes risas, unas son de amor, de fraternidad, de ternura y diversión; otras ríen por ver ríos de sangre, por ver el sufrimiento sin saber que ellas sufren igualmente, por creer que tienen razón y las otras erran. ¿Por qué en tus manos tienes contradicción?, ¿acaso no te da pena ver que mientras hay crías cuidadas en el lomo otras carecen del lomo o son arrebatadas de él?, ¿por qué deben ser las crías las que llegan a ti para ser después llevadas al arrebatamiento de la vitalidad? Yo no quería creer que éramos lobos regulados porque en libertad dejamos a los demás con la pared en sus espaldas, nosotros mostrando los dientes, mostrando estandartes con signos ininteligibles por el ajeno que vino a vivir. ¿Pero me dices que no deba preocuparme? ¡Entiendo tu lógica!, fácil para el hijo estar en la comodidad, con el pan caliente, con la mente en la congruencia de la cultura, con ganas de vivir bajo el modo dictado; será difícil no creer que somos hormigas en hormigueros, ¿por qué sufrir cuando eres indiferente? Me han dicho que eres la perfección de una maquinaria de reloj, que tus acciones misteriosas, como las del creador, deben ser dejadas como son. Pero la metástasis que tienes no puede dejarme para nada indiferente. ¿Crees que me desentiendo de ti si cuestiono lo que hay en tus manos? Al hijo le daría ganas de viajar a otra parte cuando vea que los continentes son casi los patios de juegos de los tumores; que ahí sufres porque no tienes, para después tener, para después aburrirte de lo que tienes, y después sufrir por tener y sufrir por no tener otra cosa a cambio; esas manos tan desiguales hacen que esté en lo correcto y a la vez equivocado porque sé que hay dicha en la faz, hay razones para compadecer, y muchísimas razones para actuar categóricamente para el fin en sí mismo y no en los medios para éste. A malos tiempos mejor compro un paraguas; la luz al final del túnel es de un tren que me arrollará si no me quito; no me he dormido e igualmente me lleva la corriente. Ahora las máquinas cognitivas tienen clavos de imposición, caminan recto esperando premios en sus neuronas, se olvidan de que no son las únicas y, ¿quién vio a esa mariposa volar en medio de la fugacidad y los ojos clavados abajo? Veo todo claro, pero también veo tinieblas. Ni la racionalidad pudo salvarte, ni cómo decirle a aquel que me contó de ti que no tenía razón, que las voluntades se funden en representaciones y que igualmente, a pesar de todo, tengo tantas ganas de descubrirte aún más. Hasta el ente es contradictorio como tú. Es fácil hablar de ti cuando estás en comodidad, pero también cuando estás tocando fondo. ¿Cómo crees que vaya a entenderte así? Probablemente él, penoso de ver mi vida irracional, me contó todo eso después de haber cenado y dormido cómodo en su cama, como aquella frase que dijo un bohemio o trovador con su bella armonía: «Podemos hablar de metafísica porque ya hemos comido».

 

  • Autor: J.P. Vázquez (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de septiembre de 2025 a las 02:33
  • Categoría: Sociopolítico
  • Lecturas: 9
  • Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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Comentarios +

Comentarios1

  • Nkonek Almanorri

    Me quedo reflexionando y que es lo mejor que puedo hacer ahora, de momento y antes de desayunar.
    Gracias por tus palabras.



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