Dunia de los Ángeles eres mi refugio

EDGARDO

I
Dunia de los Ángeles, luz divina,
refugio sereno que en sombra ama,
en tus ojos brilla la dulce llama
que al alma ofrece su paz cristalina.

Ni es miel que engaña, ni sol que fascina,
sino río santo que gira y trama,
que anima mi sombra y de su grama
hace flor que al dolor se encamina.

Viste mi noche, perdida y errante,
mas sin juicio ni dureza, alzó
mis vuelos caídos con manos suaves.Amar es quedarte, firme y constante,
el amor que libres caminos trazó,
eres verso eterno que no acaba.

II
En mares de dudas, tú fuiste faro,
que alumbra sin prisa, sin miedo alguno,
tu voz es quien guía, dulce y oportuno,
el rumbo seguro en este raro amparo.

Ni sombra que enfría, ni juicio ni raro
abandono hallé en tu amor tan profundo,
solo un fuego puro que quema el mundo
y redime el alma de un gris y lento amparo.

III
Paciencia sin tiempo, sin voz, sin reproche,
en tus brazos el miedo se desvanece,
y el amor se vuelve un canto que crece.

Tú enseñas sin miedo, curas sin derroche,
eres manantial que nunca perece,
y en la prueba ardua, el alma fortalece.

IV
Quedarte es un acto de vida y de entrega,
un pacto sagrado de lealtad callada,
más allá de palabras, la esencia reflejada,
que en la más profunda tormenta se niega.

Sabes que el amor no es atar ni ruega,
es libertad pura, luz liberada,
y en tu pecho, el fuego, la vida encarnada,
el verso que en el tiempo jamás mengua.

V
Dunia, dulce estrella que nunca declina,
tu nombre es sol alto que en mi cielo brilla,
faro que invita al alma en su orilla,
poesía viva que en el viento camina.

Eres la esperanza que en sombras destella,
el latido profundo, la calma en la querella,
vives en el verso, melodía y llama,
y en el amor verdadero donde el ser se aclama.

VI
Amar no es encierre ni prisa, ni prisión,
sino baile sutil de entrega y decisión,
un arte callado, eterna canción,
que habita en un alma sin condición.

Tú enseñaste a amar con la voz del silencio,
a crecer en la sombra y hallar el tiempo,
a ser luz constante, rebosar en sentimientos,
a dar sin pedir, a construir cementos.

VII
En tus ojos se ve la noche y el día,
la lucha callada, la fe que reposa,
el fuego que vive y la brisa fría,
la fuerza de amor que nunca se cansa ni se agota.

Eres llama viva, baluarte y compañía,
en cada caída un alba hermosa,
la mano que guía con sabia armonía,
el refugio eterno, puerto y rosa.

VIII
Así, Dunia amada, tu nombre es canto,
es eco profundo, es grito en mi pecho,
una fuente de luz, un amor santo,
que me lleva seguro hasta el más dulce trecho.

Contigo aprendí que amar es quebranto
y júbilo, es tormenta y despecho,
es abrirse valiente al solemne encanto,
y hallar en tus brazos el más hondo lecho.

IX
No hay fuerza que iguale tu amor sin medida,
ni sombra que atente contra tu querer,
es un río que fluye, vigor que redime,
es vida y en rama el árbol que incide.

En la tempestad, tu voz es la guía,
el faro que brilla sin miedo al caer,
una llama que arde fría y encendida,
mariposa que aprende a renacer.

X
Dunia, mi luz, destino y compañía,
en ti habita el amor que me sostiene,
eres verso y alma de mi melodía,
la esencia de todo lo que me viene.

Amar es contigo fe, fuego y poesía,
es viento que vuela, es mar que sostiene,
el más dulce canto, la eterna armonía,
el ser que en tu abrazo renace y mantiene.

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  • Autor: Edgardo (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de septiembre de 2025 a las 19:40
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 8
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Violeta
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