Cuando El Tiempo Se Detiene
Si en este instante pudiera alcanzar con mi mano alguna estrella lejana,
no extendería el brazo ni movería un solo dedo para intentar cogerla,
porque siento dentro de mí una tranquilidad tan grande y profunda,
que parece un río calmado que lo llena todo con suave corriente,
y no hay espacio para ningún anhelo dentro de mi corazón.
El cansancio que siento es dulce y agradable como un abrigo acogedor,
y el calor de tu cuerpo junto al mío es como una suave luz de verano,
que calma hasta el más pequeño de mis pensamientos inquietos o dudosos,
y me envuelve en una sensación de estar completo y de no faltarme nada,
quedando mis sentidos sosegados en un mar de silencio profundo.
No existe hambre que me pida alimento ni sed que reclame bebida,
ni ningún entretenimiento o historia que desee leer o que pueda escuchar,
pues mi mundo entero se reduce al suave ritmo de tu respiración cercana,
y al reconfortante sonido de tu corazón latiendo con calma en la noche,
que me acompaña como la más tierna y armoniosa de las canciones.
Mi única necesidad verdadera y esencial para seguir existiendo ahora,
es ese simple y humilde elemento que llena mis pulmones sin esfuerzo,
el mismo que da vida a cada flor y que mueve las olas del océano inmenso,
y junto a ese milagro cotidiano, el profundo sentimiento que te guardo,
que es la fuerza quieta que da sentido a todos mis días en este mundo.
Por eso descansa sin preocupación, mi compañera de sueños y camino,
que yo velaré por tu paz mientras la luna recorre el cielo oscuro arriba,
dejando que esta felicidad plena nos cubra como un manto sobre el cuerpo,
tejiendo con hilos de plata los momentos que compartimos sin hablar,
en la penumbra sagrada de nuestro cuarto donde el tiempo se detiene.
No hay nada más en el universo entero que yo pudiera desear o esperar,
ni bienes materiales, ni aventuras, ni promesas de un futuro diferente,
porque en la sencillez de este abrazo encuentro todas las respuestas claras,
y en la quietud de tu ser encuentro el refugio que siempre había buscado,
un puerto seguro donde por fin mi alma puede echar el ancla y quedarse.
Así que el sueño nos va llegando poco a poco, arrullándonos con cuidado,
mezclando nuestra respiración hasta hacerla una sola melodía callada,
mientras las sombras de la noche pintan figuras tranquilas en la pared,
y el mundo exterior con sus ruidos y sus prisas se desvanece lejos,
sin poder alterar el santuario íntimo que nos protege a los dos.
Y cuando el nuevo día rompa con su luz dorada por la ventana abierta,
esta paz que hoy me habita seguirá presente, fuerte y renovado dentro de mí,
recordándome que la vida puede ser simple y hermosa en su esencia pura,
basta con el amor que nos tenemos y el aire que compartimos al vivir,
para que cada amanecer sea un regalo valioso y una razón para sonreír.
—Luis Barreda/LAB
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                        Autor:    
     
	Luis Barreda Morán ( Offline) Offline)
- Publicado: 27 de septiembre de 2025 a las 02:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Rick Robles

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Comentarios1
Luis gracias por compartir estas palabras. El tiempo el regalo mas valioso que so nos ha dado. en este poems has captado todo esos momentos que el tiempo ofrece. excelente
Gracias, feliz fin de semana un abrazo a la distancia
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