La vida misma

La vida no se explica, se siente.
Es un misterio envuelto en segundos,
un soplo de aire que nos habita,
un reloj invisible que nunca deja de andar.

La vida es pregunta sin respuesta,
es la duda que nos impulsa a buscar,
es el silencio que grita en el alma
cuando no entendemos por qué estamos aquí.

Es caminar sin mapa,
arriesgarse en la oscuridad
con la esperanza de hallar luz en el horizonte.
Es caer en lo más hondo
y descubrir que incluso en la sombra
nace la semilla de la fuerza.

La vida es contradicción:
es dolor que enseña,
es amor que salva,
es vacío que empuja a crear sentido.

No todo se puede tener,
ni todo se puede comprender,
pero cada instante guarda un tesoro oculto
para quien sabe mirar con ojos abiertos.

La vida misma es la obra más perfecta
y al mismo tiempo más frágil.
No es eterna,
y justo en su finitud
reside la grandeza de cada momento.

Por eso, vive.
Vive con el corazón despierto,
vive con la verdad en tu voz,
vive sabiendo que cada día
es la única oportunidad de ser tú mismo.

Porque la vida,
esa que no avisa y no espera,
es el milagro más profundo
que jamás podremos entender,
pero sí aprender a honrar.