Amor Fugaz
Amor fugaz, viento que acaricia el rostro y se desvanece en el silencio de la noche.
Dejas un rastro de frío en el alma, un eco de algo que nunca logró ser completo.
Tu presencia es un espejismo de polvo estelar, un destello que confunde a la razón.
Me envuelves con una promesa veloz que se convierte en polvo entre mis manos.
Y solo queda el vacío, una huella ligera de tu paso sin rumbo.
Eres como la sombra de un pájaro que cruza veloz frente al sol de la tarde.
Juego cruel del azar donde el premio es un instante y la derrota un largo invierno.
Te aferras a mis horas con la fuerza de un suspiro, con la delicadeza de un cristal.
Llenas la habitación con tu esencia invisible, con la música callada de tu adiós.
Un fantasma de afecto que se deshace al primer rayo de la mañana.
Blanca azúcar sobre la lengua, dulzura que se disuelve demasiado pronto en la boca.
Sal negra que quema la herida fresca, recordatorio de lo que pudo haber sido.
Empujas hacia las alturas con la furia de un vendaval, con la suavidad de un algodón.
Me clavas en el firmamento con un simple murmullo, con una mirada perdida.
Y desde allí contemplo el mundo, un lugar extraño sin tu calor cercano.
Tu nombre es un canto leve de una nota musical que atraviesa los pasillos de la mente.
Una melodía que no sigue partitura, que se repite con obsesión hasta el cansancio.
Invitas a la rendición, a bajar las defensas y aceptar este fuego sin futuro.
Porque el corazón no obedece a mandatos ni busca explicaciones lógicas para latir.
Simplemente se entrega al deseo, a la tormenta pasajera de tu esencia.
Eres nube de gas que eleva y envenena, que libera y ata en un mismo abrazo.
Me alejas de la tierra firme, de la seguridad de lo conocido y lo permanente.
Floto en un limbo de sensaciones, en un mar de dudas que tienen sabor a miel.
Cada encuentro es un universo que nace y colapsa en el espacio de un abrazo.
Dejando solo astros apagados y la memoria de una luz intensa y ciega.
Amor fugaz, puñal afilado que corta con precisión la trama de la calma.
Herida limpia que no sangra por fuera pero que envenena la fuente del sosiego.
Mortal y vital al mismo tiempo, contradicción que habita en el centro del pecho.
Impulsas a vivir con la urgencia de quien sabe que el tiempo es un ladrón.
Y a la vez enseñas la lección amarga de la impermanencia de todas las cosas.
No hay preguntas que valgan ni respuestas que alcancen para entender este enigma.
El sentimiento habla con su propio lenguaje, un idioma antiguo y sin palabras.
Es un río que fluye bajo la luz de la luna, ciego y sabio en su curso inevitable.
No soy yo quien dicta este afecto sino una fuerza mayor que nace en las entrañas.
Una verdad simple como el agua, elemental como el fuego que consume la leña seca.
Te quiero con la paz con que la hoja acepta al viento que la llevará lejos.
Con la naturalidad con que la noche acepta a la luna en su vasto territorio.
No hay elección en este latido, no hay voluntad que pueda detener la marea.
Es el canto del corazón, un rumor persistente que pasea por todos mis pensamientos.
Una semilla plantada en terreno fértil que crece torcida y hermosa hacia el cielo.
Así pues, ríndete ante la evidencia de este sentimiento que no pide permiso.
Anda, camina junto a mí por este sendero incierto que ilumina tu paso fugaz.
Déjate querer por este impulso ciego, por esta razón que no necesita razones.
Mientras dure el breve destello, mientras la música suene en la habitación vacía.
Será suficiente para llenar de sentido el silencio que vendrá después de tu partida.
—Luis Barreda/LAB
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Autor:
Luis Barreda Morán (
Offline)
- Publicado: 25 de septiembre de 2025 a las 00:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
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