Mis ojos se tornaron dos lámparas de olvido
tras el sol crepuscular de marzo
Tan sólo destellos de tristeza
golpearon los signos mudos de un atardecer en flamas
haciendo renacer los ritos congelados en sacos y baúles
desarraigados hasta el hastío
De ola en ola se tornaron mansas arena las rocas del adiós
Mas una persistente quedó clavada en el filo de los amaneceres vanos
Esa que se agita en el bolero del vino en el volcán
en el llanto a oscuras del infante
en el vacío inevitable que aguarda por los huesos y la carne
de la mesa cuajada de flores de evasión y olvido.
Nada me tardo en colgarme los trinos del ayer
como ferrovías que recorren estaciones marchitas
cuencas y labios y susurros rotos de espanto crudo
De uno en uno o a tropel llegan los vagones
colmados de esquinas paredes y palabras
dolorosamente fantasmales y yertas
¿Y qué he de hacer entonces?
¿trashumar acaso a la próxima dehesa
donde he de hallar el curso de las aguas?
¿Trasmigrar tal vez al templo donde
sueñan los grillos salir a escena con su violín filoso
y descarnado?.
Juro que no se.
Juro que el sabor de las estrellas sigue siendo a perlas espumantes
Juro que el mundo huele a equinoccios de marfil
que las viseras palpitan cálidas sobre la tela ingenua
No se donde han de acabar estos líricos intentos
Pero no quiero más el navío estéril sumergido en la orilla
a causa de sus atávicas fronteras......
Juro que no se donde el mundo lanza las esporas
del entendimiento
Pero si se, que han de llegar a mí los destellos
de una alquimia que condene a la medusa
a morir en los brazos de un sol inerme
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Autor:
Oscar Albanecich (
Offline)
- Publicado: 24 de septiembre de 2025 a las 23:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Andy Lakota👨🚀
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