Dudo...

Alberto Escobar

 

 

Ojos que dudan, míos,
los dos, y hasta el del al
ma, el tercer ojo, ese sin
iris, sin rasguño que se a
bra, sin luz que reciba. 
Ojos que más que ver
vislumbran, como si, a lo
lejos, una bruma se apo
derara del paisaje, y la a
pariencia engañara, espe
jismo que brotara tras un
asfalto ardiente, cuatro de
la tarde, verano denso, es
tío de agosto, y yo, mis ojos
que no aciertan a saber si
lo que reciben son molinos
o gigantes —el cristalino se
rompe en una de sus esquinas—.
Los míos, dudan, a lo cerca, 
a lo inmediato, a lo obvio que
no lo es tanto, a lo próximo que 
lejano, a lo que con las manos 
se toca y palpa, y se desdibujan
los contornos por mor de que 
el cristalino se cascó por una de 
sus esquinas —reclamo la desaten
ción en la entrega al transportista—.
Ojos que dudan, que la reciben
disolviéndola en su linfa, la hacen
suya, conviven con ella en la mis
ma casa, comparten desayunos,
almuerzos y cenas, se sientan am
bos —duda y ojos— a hablar de sus
cosas, sincerándose sin sincericidios, 
mirándose, ambos tres, a los ojos pa
ra decirse lo que toca, y llegar así
a ser uno, indisolubles, consanguíneos. 
Ojos que dudan, que acaban dudan
do de tanto que han mirado...

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Comentarios +

Comentarios1

  • Carlos Eduardo

    He aquí mi amigo un estupefaciente ((el escrito))



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