Oda a las cigüeñas o elegía a la ciudad que en algún momento juntó a gente.

Arthur Miras

Las vi volando muchas veces, sí.

Con sus patas colgantes

y dando con sus alas sombra desde la altura.

 

Compañeras urbanas,

naturalmente inclinadas a la libertad.

Comprometidas tan sólo con la construcción

del hogar y la paz: seguridad.

 

Y tan seguras están, que no huyen.

Si tuviese sus alas,

lo que no tendría sería su libertad;

huiría, huiría al lugar donde ellas no huyen

las que son urbanas, las que construyen.

 

En esta no ida mía,

estoy, atento, sentado,

sólo entregado al paisaje de un parque.

 

Tan atento he quedado

que la devastación se me ha mostrado

desnuda y deseosa

con un ansia lasciva de lenguaje:

 

en lo real, la montaña es arena;

el agua se evapora sin su fuego;

el amor, son excusas;

el sexo, son excusas;

la ciudad, cementerio.

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