El Precio del Silencio

El Precio del Silencio 

Primero se llevaron al hombre que vino de lejanas tierras,
y yo no dije nada con mis labios silenciosos,
porque mis pies nunca habían pisado otro suelo,
y creí que ese problema no era de mi incumbencia,
y seguí con mi vida tranquila y sin preocupaciones.

Luego llegaron por los que tienen ideas socialistas,
y yo guardé un profundo y largo mutismo,
porque mi mente pensaba de otro modo diferente,
y el riesgo me pareció lejano y ajeno,
y volví a mi rutina diaria sin inmutarme.

Después fue el turno de los que defienden al obrero,
y mi voz no se alzó para gritar su nombre,
porque yo no cargaba herramientas pesadas,
y el sudor de mi frente era por otras causas,
y miré para otro lado sin sentir dolor.

Más tarde detuvieron a los que piden libertades,
y mi boca permaneció cerrada y seca,
porque yo confiaba en mi propia seguridad,
y pensé que a mi puerta nunca llegarían,
y me convencí de que todo estaba en orden.

Una noche se llevaron al hombre de piel oscura,
y mi corazón no latió con fuerza alguna,
porque mi rostro tenía un color distinto,
y el miedo no logró tocarme por dentro,
y seguí durmiendo plácidamente hasta el alba.

Luego apresaron a los que rezan a su dios,
y mis manos no se juntaron para ayudarles,
porque mi fe era poca o casi no existía,
y su suerte no me pareció importante,
y crucé la calle para no ver su ausencia.

Después llegó el momento de los que enseñan letras,
y mis oídos no escucharon sus lamentos,
porque yo ya sabía todo lo necesario,
y su lucha me resultaba innecesaria,
y cerré mi ventana para no oír nada.

Ahora llaman a mi puerta con golpes secos,
y busco una voz que defienda mi destino,
pero el silencio es un muro que he construido,
y la indiferencia ha cegado a mis vecinos,
y comprendo que mi suerte está sellada.

Y cuando la luz se apaga y solo queda la sombra,
mi error pesa más que cualquier cadena,
pues al no alzar la voz por los otros seres,
me he quedado completamente solo y vacío,
y ya nadie queda para decir mi nombre.

—Luis Barreda/LAB
—Inspirado en los escritos de; Bertolt Brecht y Martin Niemöller.