Deseo luego lloro

Cuando deseo lloro,
tu ausencia pesa,
se soporta con la fuer
za de los hechos, el a
mor que se engendra
dentro, en lo profundo
de un manantial inédito,
pero la ausencia pesa, y
duermo cada día lo mejor
que el cansancio me permi
te para que el peso pese poco,
o casi no pese, y mis alas, mo
jadas de llanto, batan alto, li
vianas, ligeras, libres...
Cuando lloro deseo, pero de
seo un cuerpo, una síntesis
de materia y forma, de mujer,
de una mujer en concreto, esa
que puebla una bella ciudad le
jos, cerca, intangible, inalcanza
ble, improbable porque claudican
mis sentidos a tanta distancia. 
Cuando deseo vuelvo a llorar, 
y en un audio cualquiera de guasa,
cuando lloro, cuando deseo, se me
acusa en el tono de voz un llanto, 
una impotencia, una fustración ya
sostenida, aceptada, amochilada
cual si la columna acogiera el bul
to como curvatura natural, suya,
y el deseo, que se escapa en llanto
a través del entresijo de mis palabras,
se hace corredizo, soportable, llevadero. 
Cuando lloro me da por desear, quizás
una vida, un par de patos juntos, un es
tanque solo para dos, un par de nenúfa
res como escaso tresillo para ver la tv,
como sostén de meriendas y cenas, y,
aunque lejano en el tiempo, lo vislum
bro sereno, como que deseo vivir lo vivi
ble ahora, y que ya llegará el nido si ra
maje y paraje se avienen, confabulan
en una vida juntos, jurídica, papelable. 
Ya, acabo, de llorar todo lo que deseo,
lo que deseaba, y ahora, ya, puedo callar
el gesto, serenar el rictus, ya desemboca
do todo el licor de un río recién navegado,
navegable, con barquitos...