Tras un rubor más tierno que la sangre
Puedo ver tu transparencia
Ceder ante una mirada ebria, aguerrida
Delatándote jovial
Captando el instante en el cual permanezco
Guardián de tu vértigo radiante
Precipitado por ese caos que admiras
Y buscas dar a luz (en mí)
Aquel que nos ata como por capricho de alguna voluntad con nombre de Dios
alguna moraleja aprendida por defecto
O alguna electricidad inefable por profunda,
Barroca como un último silencio
Previo a unas palabras que, suicidas, intentan
Reproducir tus ansias de perderte, desarticulada,
En ese juego sordo llamado amor
Allí donde merecemos caer inenarrablemente
Sin garantías de acabar en llamas o en cenizas
Tanteando cada uno el ritmo, la asonancia,
Que nos precipite al borde del otro.
Dejemos ahora que estas pieles se enciendan, se arrojen
Mudando de cuerpo, rehuyendo la forma
Y que el olvido orqueste la combustión de nuestros caprichos.
Vivamos el divorcio del tiempo y de las cosas como si fuese posible volver
Consentidos, traviesos, más rojos que la sangre.
Solo una vez más, juguemos a ser el residuo y las venas del otro,
Ayúdame a encontrar al sátiro del bosque,
Ayúdame a sonreír la sonrisa más oscura
Y extraviemos el camino de regreso a ninguna parte
aquella naturaleza que escondes como rana al escorpión
Como si así fuese un placer menos culpable
Como si así fuese menos cómplice de tu remota felicidad
Yo, el más cándido
El más terco
El más enfermo de tus tesoros.
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Autor:
Salvador Galindo (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 21 de septiembre de 2025 a las 21:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z., Lualpri, alicia perez hernandez, EmilianoDR
Comentarios1
Gracias por compartir tus letras, poeta.
Buen comienzo de semana.
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