Sed inquisidora

Enrique Fl. Chaidez

 

El amor nos pregunta con el tacto,
con el roce preciso de unos ojos; 
quiere saberlo todo acariciando 
con sed inquisidora nuestras manos. 
 
El amor que es la piel en la sonrisa 
nos va escarbando el pecho musculado; 
quiere leernos en mitad del beso 
y en el adiós que más provoca llanto. 
 
El amor sin cesar nos interroga 
con la curiosidad de un niño de tres años. 
Que el amor solo intenta comprender 
cómo dar más contento con su abrazo.
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