Los ríos cuando corren huyen
Heridos hacia el mar,
El refugio de donde
Salió la vida
Humana.
Tengo que evitar que
El tiempo me
Esconda la
Memoria.
Los muros, por lo general, son todos barreras en las inmensidades de los campos y caminos que impiden cualquier paso hacia adelante, hacia cualquier parte, a veces incluso a ideas psicológicas; también en ocasiones a las de la memoria. En ocasiones nos encontramos esos muros en lugares insospechados, en espacios abiertos donde, al menos en teoría, no tienen lógica sus presencias allí: ¿ Qué hacen ahí ?, nos preguntamos, es entonces que al fijarnos en ellos vemos sus grietas y que son como sus arrugas del tiempo, son como sus venas abiertas a la soledad del espacio y que cuentan de la inutilidad de una presencia ya estéril allí en medio de la nada, en medio de tanta soledad. Esas grietas, ya en voz baja y casi apagadas por tanto silencio hace tiempo que nos están diciendo a los que nos paramos ante ellas: ¡¡Atrévete a entrar, a pasar si puedes…!!
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Autor:
Nkonek Almanorri (
Online)
- Publicado: 20 de septiembre de 2025 a las 14:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 35
- Usuarios favoritos de este poema: Javier Julián Enríquez, Mauro Enrique Lopez Z., mauro marte, Salvador Santoyo Sánchez, Antonio Pais, ElidethAbreu, Jaime Correa, MISHA lg, **~EMYZAG~**, EmilianoDR, pasaba, alicia perez hernandez, Fabio de Cabrales, Carlos Baldelomar
Comentarios6
Muchas gracias, Nkonek, por este reflexivo poema, en el cual es posible vislumbrar cómo la imagen de los ríos que fluyen hacia el mar, heridos, simboliza la fugacidad de la existencia y el inexorable avance hacia el destino final. En tal sentido, el «refugio» de donde surge la vida humana sugiere un origen y un propósito, pero también pone de manifiesto la fragilidad inherente a la experiencia terrenal. Asimismo, la exigencia de impedir que el tiempo oculte la memoria pone de manifiesto la lucha por preservar la identidad y el significado en un mundo que experimenta cambios constantes. En este contexto, los muros, como metáfora de las barreras que obstaculizan la comprensión y el progreso, se erigen en el camino, que desafían al ser humano a trascender sus propias limitaciones. Considerando esto, las grietas en estos muros, como arrugas del tiempo, invitan a la introspección y a la búsqueda de un sentido más profundo, toda vez que instan a la valentía para cruzar hacia lo desconocido y desentrañar los misterios de la existencia.
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio
Gracias Javier por tu lectura y muy apreciada interpretación de mi escrito producto, más que nada y ahora de una memoria retenida. En la zona en que vivo hay varios ríos, algunos incluso nace en la vecina Francia y llegan al Cantábrico; en muchas ocasiones y desde hace años me he refugiado en los bosques por donde pasan estos ríos y les he visto, en primavera, cómo corren vivos y con fuerza a veces aparentemente furiosos y salvajes y en otras al final del verano mansos, cansados y en ocasiones con apariencias de parálisis; el observar durante mucho tiempo y en distintas épocas del año sus distintas correrías es lo que nos hace pensar que huyen y tienen prisa por llegar al mar y que es como una meta en la Naturaleza para ellos: es una cuestión simple de repetitiva observación.
El escritor Víctor Ramírez siempre se ha referido a los muros como fortalezas carcelarias desde las cuales se impiden en unos casos el avance del conocimiento y en otros la retención del mismo; observando esos muros en medio de, a veces, la nada he visto que tienen grietas y, en mi imaginación, siempre las he visto como arrugas y que además que parecen decir: ¡¡Atrévete a entrar, a pasar si puedes...!!
En la playa del Cofete, una playa larguísima en la isla de Fuerteventura a la que he visitado muchas veces, hay y existe desde hace más de doscientos años un cementerio muy particular: está frente al mar y a la vez dándole la espalda a una relativa distancia está el gran desierto de Tiscamanita; es un lugar de vientos fuertes y constantes que llegan desde la vecina costa del Sahara, la última vez que visité dicho cementerio (y que es una atracción cuasi turística) había una gran puerta sin cerradura, nunca la ha tenido, no existen tumbas dado que sus cuerpos allí descansan bajo la misma arena que llega al mar; sobre cada espacio donde se sabe que hay un cuerpo enterrado algunas piedras ayudan a mantener las cruces enterradas, nunca hay flores, y las lápidas son muy pocas; el primer enterramiento allí fue en 1810, el último no lo sé. En lo que sí me fijé en la última ocasión en que estuve allí es que los muros están tan enterrados en la arena por causa de los vientos allí siempre constantes que ya no sirven para lo que se supone que un día fueron puestos allí: para preservar el espacio, apenas no existen y se pueden traspasar con un simple salto; esos muros no tienen grietas por lo tanto no invitan a pasar, simplemente dejan pasar.
En estos tres casos y mediante la fuerza de la palabra está expuesto este escrito que usted tan bien lo ha definido. Gracias.
Es un bello poema, con metáforas de las barreras que el hombre pone.
Pero la mayor barrera es la mental.
Somos como gotas del mar, que una vez en el aire lo disfrutan o lo sufren,
para regresar a su origen... el Mar.
Al igual que los ríos, que desesperados buscan del mar las olas.
Tanto se puede decir acerca de tu escrito, que más bien es un poema.
Agradecido con tu aportación literaria, estimado escritor Nkonek
Cierto, la mayor barrera que el hombre sufre es la mental y nos la ponemos nosotros mismos, los humanos; superarla exige un conocimiento interior del cual cada vez más carecemos: los medios tecnológicos que nos han dado y que usamos ejercen, precisamente el esfuerzo contrario, el de alejarnos de nosotros y de nuestro entorno más cercano. El filósofo Byung-Chul Han lo dice y lo repite cada vez más: En la sociedad actual el hombre inteligente huye de su propio entorno (y que no es suyo en realidad) y se refugia en una soledad buscada y deseada, sabe que el conocimiento que ha adquirido no sólo no es aceptado y reconocido por esta sociedad sino todo lo contrario: es despreciado.
Gracias por tu opinión, salvador.
Así es.
Saludos
Amigo Nkonek, gracias por invitarnos a desafiar los muros reales o mentales que nos impiden avanzar el la vida y atravezar sus grietas.
El muro del miedo es duro de traspasar, paraliza y posterga en avance a cualquier iniciativa, entonces llega el tiempo que diezma la memoria y la fuerza de impulso.
Abrazos y aprendo mucho de cada uno de tus escritos y se quedan conmigo.
Gracias a ti Elideth por regalarme tu opinión, siempre muy atenta y valiosa. Los muros de los que hablo, de los que hablamos, siempre han estado ahí, una veces como diques de retención y otras con esa invitación a saltarlos y proseguir. Si nos fijamos bien, y es cierto, los grandes avances de la humanidad han sido por el atrevimiento de asaltarlos y lograr pasar por arriba de ellos; lo malo sería si nos paráramos frente a ellos y no obedeciéramos a su invitación: ¡¡Atrévete a entrar, a pasar si puedes...!!
Gracias.
Gracias y abrazos.
interesante tu tema de hoy poeta
mas .... si quieres puedes, no hay soledad, que venza el poder trascender, el poder hacer... no existen los limitantes
gracias por compartir
¡¡Atrévete a entrar, a pasar si puedes…!!
besos besos
MISHA
lg
Gracias Misha ig por tu opinión. En ocasiones la creencia en el poder es sólo una cuestión de voluntad, de atrevimiento, de querer dar ese paso que nos saque de una situación en la que hemos llegado, también, por voluntad propia e inconsciente. Los límites existen siempre, son esos muros que nos encontramos en el camino y a los que sólo queda saltarlos.
Gracias por tu opinión, se valora.
Amigo de letras,
Qué viaje tan hondo y luminoso nos ofreces, desde el fluir de los ríos —esa imagen viva de la existencia que corre hacia su origen— hasta los muros que se alzan, a veces sin explicación, incluso dentro de nosotros. Tu poema respira memoria, tiempo, y esa lucha íntima por sostener lo que nos define frente a lo que intenta borrarlo.
Me ha tocado especialmente la imagen de los muros agrietados, como arrugas del tiempo, como venas abiertas que laten en la soledad… Hay una ternura profunda en esa manera de mirar el paisaje como reflejo del alma. No solo reflexionas: invitas. “Atrévete a entrar, a pasar si puedes…” —como si nos susurraras que aún podemos cruzar lo que nos limita, que hay una puerta, aunque sea estrecha, hacia lo más verdadero.
Gracias por compartir esta belleza que piensa, que siente, que nos llama.
Un abrazo grande y agradecido.
-Lourdes
Gracias y como bien dices, amiga de letras, Lourdes.
Todo es, llegado un momento dado, una observación de lo que nos rodea, de lo que vemos e incluso de lo que escuchamos; nos volvemos curioso por partida doble: primero como simples mortales y después porque necesitamos observar para poder dar, mediante la escritura, lo que creemos hacer nuestro. Hace décadas, muchas, que no vivo en la tierra que me vio nacer pero aún y así guardo en la memoria caminos, sendas, barrancos... y muros; éstos casi siempre y acorde al tiempo en que los vi, la mayoría eran de piedras volcánicas ya secas por el continuo sol sobre ellas, piedras unidas, amarradas, entre ellas sólo con tierra también volcánica y que cuando al encontrarlos en el camino me detenía a verlos, a ver esas sus grietas, sus rendijas y de ahí que creía imaginarme sus palabras.
Gracias a ti amiga de letras...
Interesante reflexión, gracias por transmitirnos tu sentimiento poetic
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