La condena.

prosainefable

No sé qué condena tiene tu nombre,

Si son tus ojos los que me transportan

O tu voz que me genera desorden.

¿Soy yo la musa confundida, o es que soy la poeta desdichada?

De mis manos brota una verdad profunda, pero sin palabras.

Vives en mí, como una esperanza que a su vez es profanada

Por sutiles cánticos funestos, de un amor que me delata.

 

Menudo es el sentimiento, pues se oculta bajo una coraza,

De haber sido rechazada

Pero de seguir amándote con toda el alma.

Y cuánto te venero, luz de luna, noche de encanto.

Eres de mi sueño el más sublime, dulce y magnífico cántico.

 

Quien te ame, feliz sería,

Con tu atención, tu alma y tu dulzura,

Que me lleva a la más grande santidad,

O a la mismísima locura.

 

Que gran epifanía tuve amada mía,

fue una santa aparición por la noche,

me reveló que este gran tormento,

se convertiría en mi más profundo

silencio, para aprender desde mi propio cielo,

cómo es el amor, así;

intenso.

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