El olvido aún está ahí,
No lo olvidemos.
En 1972 llovió mucho en la ciudad
De Reikiavik. Se enfrentaron la
Palabra contra el Silencio
Frente a frente en un tablero de ajedrez:
Boris Spaski, ruso,
contra Bobby Fischer, norteamericano:
El Silencio contra la Palabra…
Ganó la Palabra.
19 de mayo de 2014.
Aquella Palabra que ganó se hizo creer que era la Libertad, la Democracia, Occidente; con el tiempo (si no ya para entonces) se vio y se demostró que era mentira. Hoy ha quedado al descubierto que aquella Palabra significa la decadencia que hoy sufrimos.
Hoy, y si después de lo de Auschwitz, ya no fue posible hacer poesía, menos aún había intención, por imposible, de hacer teología, ¿y ahora, con lo que ocurre en Gaza, dónde están escondidos los poetas, dónde la Iglesia?. En aquellos años, años del nazismo, Joseph Ratzinger tenía 18 años y ya para entonces pertenecía a las Juventudes Hitlerianas, también era un firme defensor de la ideología que arrasaba Europa: Banderas con la cruz gamada y ruidos de tambores se oía desde lo alto de una tribuna, un animal, Hitler, lanzaba gruñidos como un cerdo atrapado en un cepo. Se sabe, hoy, que el nazi Ratzinger desfiló ante la puerta de Brandeburgo orgulloso e inflado por la estética del nazismo; seguramente, también, los árboles que rodeaban la ciudad de Berlín impedía que llegara el pestazo a carne humana ya podrida y quemada en aquellos días que llenaba todo el espacio de la ciudad.
Algunos años después, un domingo 28 de mayo de 2006, aquel joven hitleriano ya era Benedicto XVI, el Papa de Auschwitz como yo recuerdo que algunos lo llamaban ya. Aquel Papa de 2006 fue el que, televisado para el mundo entero, entró en el campo de concentración de Auschwitz, otra vez, pero en esta ocasión con sotana blanca impoluta , pisó el suelo infame de aquel matadero, pero ahora con zapatos de marca registrada, y se puso, se supone, que a orar justo en el mismo muro donde fueron fusilados miles y miles de inocentes por los mismos que en su tiempo llevaban los mismos uniformes que él también llevó. Aquel domingo 28 de mayo de 2006 llegó como un pontífice romano e hijo del nuevo pueblo de Alemania, pudo haber pedido perdón por sus pecados y sus crímenes, los suyos propios y los de la Alemania nazi, pero no lo hizo aún 61 años después. Se leyó en aquellas fechas que este Papa que fue miembro de las Juventudes Hitleriana llegado el momento se limitó – allí arrodillado frente al muro de los fusilados, a cínica y simplemente hacer teología de la más burda y hasta fascista interrogando a Dios: “Por qué, Señor, permaneciste callado?, ¿ cómo pudiste tolerar todo esto?”. Lo peor: de todo fueron testigos las cientos de personas que en aquél su séquito le acompañaron y situados detrás de él bajaron la cabeza y callaron en silencios, la mayoría de ellos nietos de aquellos criminales que tampoco hicieron nada por los que allí estaban encerrados, tampoco nadie de los millones de personas que vieron estas imágenes, incluyendo Gobiernos, dícese que democráticos, hicieron ni dijeron nada.
Aquellos judíos que sufrieron aquel genocidio hoy sus nietos cometen otro aún peor, y los nietos de aquellos nazis no condenan este genocidio de hoy sobre el pueblo palestino: ¿Estamos preparando otro genocidio igual o peor para dentro de otros 60 años?.
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Autor:
Nkonek Almanorri (
Offline) - Publicado: 17 de septiembre de 2025 a las 16:19
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 29
- Usuarios favoritos de este poema: MISHA lg, Javier Julián Enríquez, **~EMYZAG~**, Salvador Santoyo Sánchez, EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z., ElidethAbreu, leo albanell

Offline)
Comentarios4
Muchas gracias, Nkonek, por este reflexivo poema que analiza la cruda realidad en la actualidad. Ante la inefabilidad del sufrimiento humano, la poesía debe ser un gran baluarte contra las desidias de las guerras y los genocidios. La palabra que otrora se erigió como baluarte de libertad y democracia, Occidente, ha revelado su falacia. Hoy, su significado se manifiesta en la decadencia que padecemos. La historia, cíclica, amenaza con repetir sus horrores.
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio
Gracias a ti Javier por tu acertada opinión. La realidad es la que es y creciendo cada vez más en una dirección que ya demuestra a las claras hacia dónde va; todo se ha vuelto irreversible empujado por un interés muy concreto, repetitivo y que obedece a un ciclo que los humanos nos imponemos repetir hasta la saciedad, como si nosotros mismos decidamos por nuestra cuenta cuánto y como sobrevivir. Yo dudo mucho de que, como bien dices, la palabra en otro tiempo fuera un baluarte de libertad, quizás alguien hubo que luchó con ella y por ella pero en conjunto apenas logró lo suficiente para evitar la amenaza que hoy sufrimos.
Gracias por tu opinión.
Sin palabras.
Saludos
A veces la ausencia de palabras es el mayor gesto de aceptación y hasta de reconocimiento por lo sucedido, por lo que ocurre. Nos quedamos en ocasiones sin palabras no tanto por desconocimiento de los hechos que, puntualmente, llegamos a conocer, sino por el asombro de que ocurran cosas, hechos, así; y es en este caso en el que siempre me he basado para decir de la importancia de leer diferente.
Gracias Salvador por tu opinión.
Es cierto, es silencio de asombro.
Saludos Nkonek
Que pare el placer de matar a inocentes.
Gracias poeta. Sin palabras ante la barbaridad.
Saludos 👋
Gracias Nkonek.
Al parecer la descendencia carece de empatía y la historia amenaza con repetir la tristeza de sangrientas jornadas.
Abrazos y gracias por traer la historia de la humanidad junto a tu poesía.
Es relativamente sencillo - sólo relativamente -, comprobar si la descendencia carece o no de empatía, basta con comprobar en qué ambiente nace, crece, vive y se desarrolla una persona, de ahí nace y parte el futuro - salvo excepciones, claro - de una familia e incluso en cierto modo una generación. Si naces de unos padres "asesinos" porque a su vez ellos también nacieron de otros y así sucesivamente es cuasi imposible que nos continúes el rastro que te han dejado; esto no es casual y lo he comprobado en muchísimos casos privados e incluso en parte de mi propia familia: de los antepasados de mi familia paterna apenas sé algo hasta mi bisabuelo (el cual nos dejó una frase basado en unos hechos ciertos y que decía: "donde hay rey hay esclavitud), de ahí para atrás sé que fueron gente venidos de otras latitudes y que llegaron incluso a ser esclavistas. De mi familia materna, todo lo contrario: Desde mi bisabuela materna hasta mi madre todos fueron miembros que pertenecían a naturales de nuestra tierra de origen y desde siglos, un hecho simple pero a la vez grandioso me lo ha dicho siempre: hasta donde yo sé, todos nacieron y se criaron en cuevas y nadie de ellos, incluso mi madre, supieron leer ni escribir en la lengua colonial: Sí, la ascendencia marca la empatía y a partir de ella se escriben dos historias de vidas, cada una en una dirección contraria a la otra, siempre ha sido así.
Gracias por tu comentario.
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