Los ciegos coronaron la mentira,
alzaron sus estandartes de cartón,
cantaron con las bocas ya podridas
y erigieron su reino en el error.
Las calles se poblaron de fantasmas,
de máscaras que imitan al señor,
y el tiempo se desangra entre sus manos,
matando la semilla del creador.
El verso se marchita en los altares,
la vida se consume en la ambición,
los justos son quebrados por las sombras,
y el fraude se disfraza de razón.
Los ídolos son barro que se quiebra,
espejos que no guardan identidad,
y ríen los verdugos de los pobres,
jugando con su carne y su verdad.
Los truhanes desfilan con su orgullo,
se adornan con cadenas de metal,
se imponen con su voz de mercenarios,
y olvidan que la muerte llegará.
Los vendados celebran su victoria,
erigida en la podredumbre fiel,
y el oro que coleccionan sus manos
se convierte en ceniza bajo la piel.
Y al final, en la plaza del silencio,
los huesos de la farsa brillarán;
será un reino de polvo y de cenizas,
donde nunca la luz regresará
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Autor:
Loiiz. (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 17 de septiembre de 2025 a las 12:54
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 1
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