Te despiertas antes que el sol,
cada mañana,
buscando el sustento de tu familia,
caminando por calles sin rumbo,
vendiendo,
para llevar el pan de cada día.
No importa el cansancio:
sales siempre a trabajar,
con el sudor de tu frente
llevando alimento a la mesa.
He visto en tu rostro,
en la esquina del olvido,
sonrisas disfrazadas de alegría;
pero en tu mirada habita
la tristeza de una vida vacía,
ese camino forjado en silencio,
olvidado por el tiempo.
Sabes que no puedes detenerte:
en casa el hambre no espera.
Caminas bajo el sol,
en los días de lluvia,
sin importar el tiempo abrasador;
te encuentro en la misma esquina,
deambulando,
vendiendo como quien vende
un sueño que quiere ser comprado.
Tu rostro cansado,
lleno de arrugas,
tu ropa gastada por los años,
gritan la necesidad
de una vida que no pediste,
pero que abrazas día a día,
porque es lo único
que te dejó la suerte.
Y aun así, no te rindes.
Tu espíritu luchador
se levanta sobre cualquier diagnóstico,
porque sabes que el hambre no espera,
ni el tiempo tiene piedad.
Te veo en la vejez,
en la misma esquina,
deambulando,
vendiendo frutas
como quien vende promesas,
como quien ofrece sueños
que la vida olvidó,
pero que en tu corazón
siguen intactos.
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Autor:
Poemas De Una Mente Joven. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 17 de septiembre de 2025 a las 06:39
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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