"Ceguías del Alma"

El Axis De Los Versos

Para sentir la verdad que nos habita,
cerramos los ojos...

Al soñar:
No es fuga, es zambullida.
Los párpados, compuertas que se abren
al río subterráneo donde navegan
los barcos rotos de la memoria viva.
Allí, en la savia nocturna,
lo que el día niega, existe:
besamos sombras que son fuego,
habitamos casas de aire que no se derrumban.
El sueño no se mira: se respira.

Al besar:
Los ojos caen como alas cansadas.
¿Para qué mirar si la piel tiene ojos?
Si cada poro es una estrella táctil
que lee constelaciones en el otro labio.
El tacto dicta un evangelio sin palabras:
en la oscuridad sagrada de la boca,
el mundo entero cabe y se transforma.
El beso no se ve: es un temblor que nace en las raíces.

Al llorar:
Cerramos los ojos... no por vergüenza.
Es que el dolor, ese animal sagrado,
exige cueva profunda, intimidad de roca,
para tallar diamantes en la sal.
Dentro, a oscuras, la herida florece:
cada lágrima es un río que excava
cañones hacia un mar desconocido.
El llanto no se observa: se siembra en el huerto del pecho.

Porque lo esencial es invisible y hondo:
no luce, late.
No se captura en redes de mirada fría.
Habita en el silencio que dos pieles entienden,
en el vuelo ciego de un pájaro interno,
en la sal que germina tras los párpados.
Las cosas más bellas...
son las que nos ciegan para ver de verdad.

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.