Mi labial en tu camisa (Sonetos del Amor Oculto XV)

Después de verte, amor, quedó la brasa
de mi carmín mordiendo tu camisa,
como un secreto rojo que avisa
que el cuerpo habló sin que mi voz osara.

No fue descuido: fue señal, fue traza,
un sello ardiente, una pasión concisa,
la flor que en tela tímida se pisa
y deja aroma donde nadie pasa.

Lo oculto tiene formas de evidencia:
un beso que no llega a ser del todo,
un rastro que se esconde en la apariencia.

Y yo, que soy altar de tu acomodo,
dejé mi labio como penitencia,
como pecado dulce, que fue todo.

Annabeth Aparicio de León 

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