--Pupilas ricas cuecen al vigía--

CBR

Dormirá en su atacante, fiebre agria,

cama flotante, plazos que quebraron,

llagas hipnóticas, desconsoladas.

 

Del centro exacto surge la medida:

fiel máquina, tan vieja y tantas veces,

paciente como hierros de un Curie lento,

miraba el silencio de perdedores.

 

No me sugieras nunca otra salida.

Estar torcido es ya la comprensión,

puntada exacta, parida en la espina.

 

No busca golosina ni consuelo.

Trinchera de la piedra más severa:

un tajo en canal abre un respiro,

un soplo de arte vivo, balbuceó.

 

De custodia me queda solo la voz.

Un grito alza la sierra de la espera:

palabra rota, saliva que se agita.

 

El canto, aunque perdido, nunca cura,

arroja aire puro, fértil suspiro.

Pupilas ricas cuecen al vigía,

potencia que se expande y ya silba.

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Comentarios +

Comentarios1

  • JUSTO ALDÚ

    El poema se abre como un engranaje extraño donde lo mecánico y lo humano se entrelazan: la máquina, la herida y la palabra se confunden en un mismo pulso. Hay en sus versos una tensión entre la dureza —el hierro, la piedra, la espina— y la fragilidad de lo que canta, balbucea o respira.
    Es un texto áspero y luminoso a la vez, donde el silencio se enfrenta al grito y la pérdida se transmuta en potencia creadora.

    Saludos

    • CBR

      Has tocado la misma juntura donde se gesta: entre hierro y voz, la herida se fue escribiendo a sí misma.
      Eso es exactamente lo que late, hablaba de sí, de su propia creación entre el golpe y el canto.

      🤝 Saludos CBR...

      • JUSTO ALDÚ

        Saludos,



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