Te quiero aunque me ataques, joven amigo.
Yo, también, como tú mismo, de pequeño,
me tragaba todo lo que mi padre me decía,
ni siquiera lo odiaba y, algo, lo respetaba,
mas aún con esfuerzos nunca entendía nada.
Por eso te comprendo, joven amigo,
cuántas veces, llorando, me desgranaba en versos,
cuántas veces tratando de recordar lo no escuchado,
me envilecía hasta caer rendido en cualquier sitio,
sin saber nunca si eran brazos, manos ardientes
o grises locuras, hirvientes alcoholes despiadados
o el triste regazo de madres solitarias y sin hijos.
Yo te quiero aunque tú no me quieras y
no es, exactamente, por ti que lo consigo,
es que la soledad del que no ama, es negra,
es ardiente suplicio con eternos dolores,
es trágica la espera de quien no tiene amores.
Es por eso, por voluntad extrema de no morir
encadenado a tristes artilugios de soledad,
es que te amo, como las aguas a su cauce,
como las, sencillas, estrellas a su cielo.
Es necesario amarte aunque tú no me ames,
para que el mundo crea y ame mi vejez.
(Del libro Amores Perdidos; Ed. Grupo Cero)
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Autor:
Editorial Grupo Cero (
Offline)
- Publicado: 15 de septiembre de 2025 a las 05:32
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: Jaime Alberto Garzón Barrios
Comentarios1
Su poema no habla: arde en la esquina de algo que no sé si llamar súplica o castigo. ¿Es amor eso que escribe… o es hambre que se disfraza de ternura?🍷
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