3 días entre sombras para renacer.

Roma.

Viernes 12 de septiembre

Hoy me siento invadida,
humillada, pequeña, como si nada de lo mío existiera en el mundo.
Las sombras que ayer creía disipadas ahora se enredan en mi pecho, aprietan mi garganta, susurran que nunca fui suficiente, que quizá no merezco la vida que respiro.

La tristeza me abraza con dedos fríos, me empuja hacia un silencio que quema, y a veces deseo desaparecer, desvanecerme entre mis propios pensamientos, dejar que todo lo que duele me arrastre al fondo. Todo duele, todo pesa, y mis lágrimas parecen no bastar para aliviarlo.

Tres días… tres días para decidir, para enfrentar mi propio dolor y preguntarme:
Roma, ¿qué harás con vos?
Hoy siento miedo, confusión, desesperanza,
pero también una chispa diminuta que me recuerda que aún hay luz en mi pecho.

En estos días pensé en el amor que guardo, en la calma que me da, en esa luz tenue que todavía ilumina
las grietas de mi corazón.
Ese amor me recuerda que no todo está perdido,
que aún puedo sentir, aún puedo sostenerme.

Domingo 15 de septiembre

Hoy me hablo y escucho mi propia voz, suave, firme, temblorosa, pero decidida: Roma, hoy elegís estar bien.
Hoy elegís la vida, aunque la tristeza siga ahí, aunque nunca desaparezca del todo.
No la borro; la opaco con mi voluntad, con mi abrazo hacia mí misma, con mi amor que se levanta como un fuego nuevo.

Hoy tomo una decisión firme: vuelvo a mis raíces, vuelvo a mi casa, a mi madre, a mi historia, a todo lo que siempre fue mío.

Hoy decido perdonar: perdono mis errores, mis tropiezos, mis miedos,
perdono a quienes me lastimaron, y perdono a mi madre.
Comprendo su vida, su lucha, su dolor, sus heridas y su amor imperfecto, y por fin la abrazo con ternura, con aceptación y gratitud.

Hoy pienso en el amor que siento, en la felicidad que me da ser amada, en lo que compartimos y valoro cada instante, cada gesto, cada mirada que nos une.
Disculpo mis errores, mis posibles heridas, porque nunca fue mi intención confundir, ni lastimar, ni buscar nada fuera de lo que somos.
Mi corazón, mi mente y mi intención son solo para él, quiero darle toda mi confianza, quiero cuidarlo, respetarlo, sostenerlo.

Hoy me abrazo a mí misma.
Siento cómo renazco desde lo más profundo de mi ser, como un amanecer lento que disuelve la niebla.
Cada respiración es un acto de amor propio, cada paso hacia mí misma es un renacer.
Hoy decido vivir, estudiar, crecer, avanzar, sostener mi vida mientras las sombras siguen allí, mientras la tristeza coexiste con mi luz.

Comprendo que puedo ser intensa, melancólica, tierna, seria, y que todo eso me hace auténtica, valiosa, digna de mí misma.
No necesito borrar la tristeza, solo aprender a convivir con ella, a sostenerla mientras mi luz crece, mientras mi corazón se llena de raíces, fuerza y amor.

Roma, me digo: tomaste tu decisión.
Vuelves a tus raíces para sanar, para honrar tu historia, para amarte, para abrazar lo que antes dolía y transformarlo en fuerza.
La tristeza puede existir,
pero tu luz es más fuerte.
Renacés hoy, y cada día que sigas, tu decisión será un faro que atraviesa cualquier sombra.
Hoy elegiste tu paz, tu hogar, tu vida, tu amor propio.
Hoy decidiste volver a vos misma, y eso basta para comenzar de nuevo.

  • Autor: ROMA (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de septiembre de 2025 a las 02:07
  • Comentario del autor sobre el poema: Entre sombras y lágrimas, entre soledad y miedo, recordé el amor que me sostiene, perdoné, volví a mis raíces y hoy me abrazo a mí misma, renazco y elijo vivir con paz, fuerza y luz, aunque la tristeza siga conmigo. Para mí, porque esto es mío, y lo sostengo.
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 2
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.