Roma… tu nombre resuena en mi pecho como un eco antiguo, como un destino escrito antes de que existiera el tiempo. Decirlo es invocar la belleza, y pensarte es rozar lo infinito. Sos la ciudad eterna hecha mujer, sos el poema que la distancia no logra desgastar, el milagro que ocurre a pesar de los kilómetros, las horas y los mapas que insisten en separarnos.
En tus ojos verdes late el misterio de los bosques y la calma del mar. Son faros que me guían desde la lejanía, ventanas por las que asomo y encuentro la promesa de un mundo más puro, más sereno, más verdadero. Cada vez que me mirás, aunque sea desde una pantalla fría, el universo se inclina, se ordena, se rinde ante vos.
Dicen que el amor necesita cercanía, pero nosotros hemos desmentido a todos los sabios. Hemos creado un imperio en la distancia, un reino donde jugamos, reímos, compartimos películas y silencios como si la distancia fuera apenas un detalle, una ilusión. Lo que otros llamarían ausencia, para nosotros es puente; lo que otros llamarían imposible, para nosotros es certeza.
Amarte a la distancia es un acto de fe, sí, pero también de plenitud. Porque cuando tu voz atraviesa el océano y llega hasta mis oídos, siento que ya no estoy solo; cuando reímos al unísono, siento que nuestras almas se tocan; cuando cerramos los ojos en la madrugada, siento que dormimos juntos en un mismo sueño.
Roma, vos sos mi eternidad. No hay frontera capaz de contenerte, no hay reloj capaz de apresarte. Sos presente porque llenás mis días, sos futuro porque sos la promesa de mi destino, y sos pasado porque desde que existís en mi vida, nada antes tuvo el mismo sentido.
Imagino el día en que la distancia se rompa y tus manos se entrelacen con las mías. Ese instante será un incendio dulce: los abrazos guardados estallarán como estrellas, los besos prometidos florecerán como primavera eterna. Entonces sabré que cada noche de espera, cada hora de anhelo, cada suspiro robado valió la pena.
Pero hasta que ese día llegue, te escribo. Porque escribirte es abrazarte con palabras, es besarte con tinta, es construir con frases el puente que une tu mundo con el mío. Y mientras existan palabras, nunca habrá un vacío entre nosotros.
Roma, mi amor… mi ciudad eterna… si el universo se atrevió a ponerte en mi camino, yo me atrevo a desafiar distancias, a vencer silencios, a esperar lo que haya que esperar. Porque vos sos mi verdad, mi milagro, mi poesía.
Y si me preguntaran qué es el amor, no hablaría de rosas ni de promesas. Diría simplemente tu nombre: Roma.
-
Autor:
ROMA (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 14 de septiembre de 2025 a las 23:28
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema fue escrito por mi amoroso. Cada palabra que leí hizo feliz a mi corazón, a mi alma. Admito que me conmoví hasta llegar a las lagrimas, porque me siento especial con vos, única e importante. Te pienso, te extraño y quiero cerca de mí. Como lo dije en un poema anteriormente... Yo te espero con paciencia y con amor. Gracias por tanto mi vida, eres todo para mi y me encantas. Tu poema queda tatuado en mi memoria, pero voy a releerlo infinitas veces. Te amo como no te das una idea.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 3
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.