Había un pequeño rincón donde la realidad parecía detenerse: un taller lleno de colores, pinceles y papeles en blanco que esperaban convertirse en magia. Allí, entre paredes silenciosas, se encontraban Dani y Keyla.
Keyla tenía un don que no se podía explicar con palabras. Cada vez que tomaba un lápiz o un pincel, nacía algo más que un dibujo: nacía un sentimiento. Era como si sus manos hablaran el idioma del alma, un idioma que solo los corazones sensibles podían comprender.
Dani se quedaba mirándola. Había visto muchas cosas en su vida, pero nada lo maravillaba tanto como verla crear. Le gustaban sus ojos concentrados, el movimiento delicado de sus manos, la manera en que parecía que el mundo desaparecía cuando ella dibujaba.
Un día, mientras ella llenaba un lienzo con estrellas de colores, Dani rompió el silencio:
—Keyla… ¿sabés qué siento cuando te veo pintar?
Ella levantó la mirada, con un gesto curioso.
—¿Qué sentís, Dani?
Él respiró profundo y se atrevió:
—Que tus artes son como vos: hermosas, únicas, llenas de vida. Y cada trazo tuyo dice lo que yo jamás sabría explicar.
Keyla sonrió, y esa sonrisa fue para él como un amanecer.
Desde entonces, el taller dejó de ser solo un espacio de creación. Se volvió un refugio para ambos: Keyla pintaba y Dani escribía. Ella llenaba el aire de colores, él lo llenaba de versos. Y sin darse cuenta, las paredes comenzaron a hablar de amor, un amor hecho de arte y poesía.
Porque la verdadera obra maestra no estaba en los papeles ni en los cuadros.
La verdadera obra eran ellos dos: Dani y Keyla, creando juntos un universo donde todo era posible.
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Autor:
Daniii (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 14 de septiembre de 2025 a las 09:47
- Comentario del autor sobre el poema: La verdad que tengo un gran aprecio que la amo mucho con todo mi corazoncito y con el alma Keylaaaaa ella es muy buena conmigo así que espero que esto le guste.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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