Te dejé aquel día,
pero no me fui del todo.
Mi cuerpo cruzó fronteras,
pero mi alma quedó suspendida
en la orilla de tus ojos.
Recuerdo aquel febrero,
cuando entre lágrimas te dije adiós;
mi corazón se quebró en silencio,
y al partir del país
dejé colgada mi vida en tus manos.
En aquella maleta no llevé solo sueños:
iba también un susurro roto,
lágrimas escondidas,
un silencio que nunca aprendió a cerrar,
y un pedazo de existencia
quebrado en el adiós.
Tu ausencia jamás logró menguar el amor
no hubo distancia capaz de enterrar
la memoria de tu abrazo,
ni frío suficiente para apagar
el fuego primero que me habitó contigo.
Por el contrario, creció,
se expandió como un río indomable,
cruzando fronteras con voz de eternidad.
El tiempo pasó,
pero en mi pecho sigue intacto
ese lugar sagrado
donde reposan mis mejores latidos;
allí viven aún los años más hermosos,
la ilusión primera,
la inocencia de aquel amor de niños
que nunca supo morir.
Sí, la vida nos separó,
pero la despedida permanece detenida
en el umbral del silencio,
esperando el reencuentro anhelado,
cuando tus ojos busquen los míos
y un beso nos confirme, al fin,
que valió la pena
todo el tiempo esperado.
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Autor:
Poemas De Una Mente Joven. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 13 de septiembre de 2025 a las 00:11
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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