A un viejo árbol del parque...

Gerald Q.

Viejo árbol del parque,

viejas historias contadas,

viejas historias ciertas,

viejas historias falsas,

 

se cuenta que alguna vez colores tuvo,

se cuenta que aquí y allá, en todos los lugares estuvo,

se cuenta que alguna vez irradió brillo,

se cuenta que alguna vez hedió a muerte,

se cuenta que es tan fuerte,

se cuenta que es tan fuerte, tan fuerte como un ladrillo,

 

más ladrillo no es, ni muro, ni estatua,

más ladrillo no es, es de venas, es de huesos; y es de carne:

carne de madera y huesos de savia,

porque sigue leyes, porque tiene sangre;

quieto demacrado cadáver,

que estertóreo respira,

durante siglos,

eterna ruina erguida,

 

yo lo toco, y afirmo que habla,

yo lo observo y pienso que calla,

yo juro que guarda memorias ocultas,

pero también que es sólo corteza difunta,

y, en sus grietas, en su sombra torcida, 

habita el murmullo de la vida extinguida,

ecos de amantes que amarse juraron, 

susurros de muertos que allí se enterraron,

 

que sus ingenuas ramas, sostuvieron verdugos,

que su follaje escuchó confesiones,

que en su raíz duermen secretos impuros,

que en sus hojas fueron escritas bellos poemas, y bellas canciones,

 

ha sentido coros susurrados por dulces voces,

ha sentido horribles insultos, horribles frívolas,

ha sentido el agua, cuando navega por sus hojas,

y consigo los rasguños que le causan los peces,

ha sentido cuando niños ancianos,

jugaban con sus emociones a las escondidas,

y ha sentido el rozar del viento mil veces,

 

ha sentido pasos de amantes, que bailan,

ha sentido cuchillos, que en su piel se clavan,

ha sentido hogueras que quisieron matarlo,

y lluvias, que dulces, vinieron a salvarlo,

 

ha sentido el temblor de sueños ambiciosos cayendo,

ha sentido promesas, que el aire fue rompiendo,

ha sentido guerras, proclamas, derrotas,

y pactos escritos en bocas devotas,

 

ha sentido al mendigo dormir en su sombra,

ha sentido a los ricos, burlarse sin honra,

ha sentido oraciones, blasfemias, canciones,

y hasta el peso invisible de las ilusiones,

 

ha sentido cuando el fuego lo muerde,

ha sentido cuando el trueno lo hiere,

ha sentido al niño que ríe sonriente,

y al anciano que llora con fe decadente,

 

ha sentido en su corteza, al hombre mentiroso,

que promete belleza, y siembra lo horroroso,

ha sentido silencios que pesan más que gritos,

ha sentido futuros quebrados, malditos,

ha sentido que el tiempo no avanza, se dobla,

que su sombra no es sombra,

sino herida que cobra,

 

ha sentido raíces tocando calaveras,

ha sentido fantasmas durmiendo en sus venas,

ha sentido que la tierra, no es tierra, es abismo,

y que él es frontera del abismo mismo,

 

tu savia es la sangre que nadie derrama,

tus hojas, recuerdos que el tiempo reclama,

tus raíces, cadenas que atan la historia,

tus ramas, columnas del mito y la gloria,

 

él sabe; lo cruel que es el tiempo,

él sabe; que no está hecho de papel,

él sabe; que no es el agua, que no es el suelo, que no es el viento,

él sabe; que el tiempo es un árbol viejo,

que todos odian, es decir; todos lo odian a él,

y él lo sabe;

 

y en su odio respira, callado, eterno,

porque sabe que todo lo vivo y no, lo nombra,

que el niño lo hiere tallando en su corteza, su tronco tierno,

y el anciano lo mira como un espejo que asombra,

 

él sabe; que no tiene raíz en la tierra,

sino en la memoria que arrastra cadenas,

él sabe; que su sombra no es sombra ligera,

sino un peso que ahoga las almas ajenas,

y él lo sabe,

y aún así permanece,

torcido, quemado, dolido, de pie,

porque el tiempo no muere,

sólo cambia de piel,

 

viejo árbol del parque,

¿eres archivo o mentira?,

¿eres memoria del hombre,

o espejismo de nuestra heridas?,

viejo árbol del parque,

testigo de lo vil y lo eterno,

¿acaso eres tú un dios quieto,

o tan solo un cadáver tierno?,

 

viejo árbol del parque,

más sabio que los dioses que inventamos,

¿eres tumba, eres altar,

o tan sólo un reflejo de lo que callamos?,

si el tiempo te arranca corteza y madera,

¿Quién arranca las voces que en ti quedan?,

si el viento dispersa tu polvo al abismo,

¿Quién recoge el eco de lo que alguna vez fuimos?,

 

dime, ¿eres reliquia sagrada,

o una carcasa podrida y olvidada?,

pero aunque caigas, aunque quiebres,

sé que serás en el suelo raíz que se extiende,

viejo árbol del parque, que eres entonces,

¿un dios de madera, guardián de los hombres,

o apenas un tronco que el viento golpea,

y que al morir nadie siquiera lo vea,

 

viejo árbol del parque,

¿Qué sabes tu que yo no se?, 

¿Qué siglos pesan en tus ramas,

que ninguna mente humana puede sostener?,

estoy seguro que tus anillos son relojes,

pero no marcan horas,

marcan hombres, guerras, amores; y amados,

tiempos donde nadie vivía,

y tiempos donde todos vivían demasiado,

 

viejo árbol del parque, ¿porqué no mueres?,

-porque estoy condenado,

amarrado a estas cadenas en la tierra,  que son mis pies-,

ojalá que jamás muera,

porque si él se va, todo se va con el,

 

-soy la raíz que sujeta el recuerdo,

soy la memoria que sangra en silencio,

y cuando mis ramas se quiebren en el cielo,

caerán también tus sueños y tus rezos-,

 

-no soy madera, ni sombra, ni corteza,

soy el reloj oculto en tu "naturaleza",

y cuando mi savia se apague en lo oscuro,

el hombre sabrá que el final es seguro-,

 

oh!, viejo árbol del parque,

no tengo relevo,

-mi muerte no es muerte: es el ultimo fuego,

y tu que miras creyendo que miento,

verás que al caer yo, caerá el tiempo-.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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