SIN RASTRO

Moriré en el invierno de julio,
en una calle vacía y sin nombre,
donde el viento susurra secretos,
y la lluvia cae como un llanto de ángeles.

No habrá nadie que me llore,
ni una mano que me despida,
solo el silencio y la sombra,
que me acompañarán como un cortejo fúnebre.

Mi muerte será un río que se seca,
un jardín que se marchita,
un fuego que se apaga,
un sueño que se desvanece en la niebla.

No habrá flores en mi tumba,
ni una lápida con mi nombre,
solo la tierra y el silencio,
que me cubrirán como un manto de olvido.

Moriré en el invierno de julio,
como una hoja que cae sin ruido,
como un suspiro que se pierde en el viento,
como una estrella que se apaga en el cielo vacío.

Poemas de Carlos Céspedes Setiembre 2025