Es curioso cómo suceden las cosas. Resulta que por casualidades de la vida, un amigo y su pareja, que yo no sabía pero tenían la afición de escribir, sabiendo también de mi trato con las letras me invitaron a participar en un portal de letras en internet. Por entonces internet no llamaba mi atención. Claro, yo aprendí a manejar el sistema Windows a principio de los noventa (porque este sistema lo creó Jobs, luego Billi puertas se lo robó y sacó su versión en el noventa y cinco), así que no era nada nuevo para mí. Pues me compré un ordenador y me hice cuenta en ese lugar.
En principio tenía un personaje, muy serio y caballeroso, recto y educado; muy formal. Pero por veces me aburría ser así. Para no cambiar su personalidad, pedí permiso a moderadores y al administrador de la página y creé un segundo personaje más jovial y travieso, que por cierto siempre estaba molestando al personaje serio mientras el otro se lo quitaba de encima como quien espanta a una mosca.
Toda la gente sabía que ambos personajes era yo, aunque cada uno tuviera una personalidad tan distinta y se reían con las tonterías del pique entre ellos y, extrañamente, cada uno tenía sus grupis, incluso había chicas que se enfadaba con uno porque se metía con el otro, o leían y comentaban a uno de ellos pero el otro no les interesaba…
Recuerdo especialmente a una jovencita de Colombia que era una preciosidad increíble: perfecta. Facciones y proporciones armoniosas, elegante que irradiaba simpatía y ternura con su dulce sonrisa y una linda mirada clara y sencilla. Cada vez que escribía algo, que fueron muy pocas veces, todos los hombres del portal corrían a dejar huella en su espacio; yo también, obvio. Pero nunca se dejaba sentir. No respondía a los mensajes, muy rara vez visitaba a comentar, aunque yo le insistía con discreción.
Resultó que un día se me ocurrió escribir un relato en primera persona, una fábula autobiográfica de un bichito contando sus peripecias por capítulos. Para ello, eliminé las otras dos cuentas y abrí una cuenta con el nombre del personaje. El animalito era hembra (digamos una hormiga). La verdad es que me divertí mucho, porque en este caso, para no romper la magia del relato, nadie excepto aquellos dos amigos y mi novia sabían que era yo. Usaba muchas onomatopeyas y se hacía la tontita y jijijiji, ay ay ay ay…
Pero el caso, que cuando eliminé aquellas dos cuentas de manera repentina, fueron muchas las mujeres afligidas por mi desaparición, pero la que más, fue la muchachita colombiana que literalmente lloraba y gritaba preguntando dónde estás y no me dejes y por qué te has ido… Me sorprendió, porque parecía que no me hacía caso y resultó que estaba enamorada. Pobrecita. Fui como bichito a su privado para que supiera que seguía allí, pero no sólo no me contestó, sino que dejó de entrar al portal y escribir. No borró su cuenta, pero nunca más estuvo en línea.
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Autor:
liocardo (
Offline)
- Publicado: 11 de septiembre de 2025 a las 11:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4
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