ÁNGEL GONZÁLES, ESCRITOR Y POETA.

Nkonek Almanorri

 

 

La primera obligación de un escritor,

De un poeta e incluso de un

Historiador es la obligación

Moral de hacerse leer;

Pero jamás debe escribir para nadie,

No ser víctima de una sociedad

Ni de un Gobierno y menos

Aún de un sistema

Que premie lo

Absurdo.

 

Hay quien es abogado, maestro o maestra, político, poeta, carpintero u obispo: La profesión – si se puede definir así – de un escritor es la de ser nombre con el que es conocido por lo que escribe, por lo que aporta a la sociedad, y esto es lo más importante. Recientemente y por mi cumpleaños me han regalado dos libros que, casualidad, ya los había leído ambos, uno: El Llano en llamas, de Juan Rulfo y que me lo trajo mi hijo de México,  y dos: “Eso era amor” del poeta ovetense Ángel González. Precisamente de este poeta aparece en un apartado literario del periódico El País un artículo del periodista Sergio C. Fanjul en el que habla de este poeta como “Un hombre normal” y que algunas veces escribía poesía, esto lo dijo Susana Rivero, alguien que le conoció muy bien dado de que ambos fueron profesores de Literatura en la Universidad de Nuevo México. Leyendo “Eso era amor” encuentro que, como bien dice Sergio C. Fanjul, su escritura era serena, abierta al alma y muy parecida al estilo de Julio Cortázar lo cual ya es  mucho de saber. También quiero resaltar de este poeta una frase suya que me hizo ser aún más radical a la hora de escribir, dijo: “Es muy difícil escribir claro”; se refería, entendí, al hecho de que cada día hay más dificultades de expresión libre a la hora de escribir, menos espacios en los cuales publicar con sentido claro y en los cuales, desgraciadamente, cualquiera está – según se mire – en capacidad de criticar lo que se lee sin conocimientos previos al respecto.

 

En su obra y en el estudio que hace de su tiempo, en 1956 y que fue cuando publicó su primer libro, ya habla de decadencia intelectual en la sociedad, sólo habían pasado 20 años desde la Guerra Civil y en la que ya aquella era una sociedad muerta por el dolor, el miedo y la desesperanza a la que ya solo restaba enterrarla. Hay unas líneas de un poema suyo que anoté y subrayé de “Eso era amor”  en el cual se define así mismo y que dice:

 

“Un escombro tenaz,

Que se resiste

A su ruina.

Que lucha contra

El viento”.

 

Quiero creer que se refería, también y aparte de sí mismo, a los años de entonces.

 

Un escritor, un poeta, un historiador no puede ni debe escribir nunca sintiendo la sensación de que mañana u otro día deba arrepentirse de lo que escribió.

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