Un muro,
un muro de arcilla,
me ilusiono, o tal
vez de piedra compos
telana, espero no.
Un muro, coraza,
tortuga superpuesta
a mi carne, mi piel,
que me limita, impí
deme crecer, aprender
—no me gusta tanto
infinitivo, me parece
intalentante, principies
co—.
Un muro, una segunda
piel, incómoda toda vez,
que se adhiere natural,
engañándome simulán
dose piel —pero sé que
no, que trata de hacerme
la diez once, y no podrá
jaja—.
Un muro, un estorbante
alzado de un material
que no acierto en su du
reza, su resistencia, mas
sé, lo único, que me ape
tece combatirlo, algo a
sí como derribarlo a fin
de ampliar mi estancia,
mi casa, mi ámbito, mi...
Me decido, cojo pico y pa
la y con paciencia, sin pri
sa, sumiéndose dichoso en
un ejercicio lento, voy ero
sionándolo, voy arrancán
dolo grano tras grano de
argamasa sin que el tiem
po y el espacio tengan voz.
Un muro,
un promontorio de piedra,
quizá, que está pronto a ir,
a despedirse de mi lado.
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Autor:
Albertín (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 10 de septiembre de 2025 a las 07:59
- Comentario del autor sobre el poema: Son pieles que va cayendo, como todo tiene que caer.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 3
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