No recordará, quizás,
la hora exacta,
ni el nombre de sus flores en la enredadera,
ni el camino de baldosas rojizas
que llevaba a casa.
Desaparecerán los números,
las caras de los libros en la estantería,
historias de su propia historia
y cuadros de rompecabezas
colgados con alegría.
Pero habrá una música.
Una canción antigua,
sin fecha ni letra,
que su corazón bailará frente a nosotros,
un compás que el alma aún retiene.
Y en lo profundo de tus ojos
neblinosos,
habrá una pizca de tranquilidad.
En ella,
el olor de mi almuerzo favorito,
el sonido de tu guitarra
y el color de tu ropa.
Y tú, serás el farol de mi tristeza.
Estaré a tu lado
y solo me harás compañía,
mientras pienso en cómo resolver
esta situación.
Pero lo que se ama con las entrañas,
no se archiva en la frágil memoria.
Se graba en la lentitud de los latidos,
y en seguir adelante tu valentía.
El mar se llevará castillos de arena,
pero quedará fija la roca viva
de aquello que amando se volvió costumbre,
de aquello que habitando se hizo alma.
Que ella, entonces, no recuerde.
Que ella, simplemente, sea.
Que sea esa canción.
Que sea ese despertar por las mañanas.
Que sea el amor lo inolvidable.
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Autor:
Sebastián Joel (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 8 de septiembre de 2025 a las 23:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, El Hombre de la Rosa

Offline)
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