DIVÁN

Roel De Olvido



Duele verse al espejo después de días de insomnio, duele verse tan maltrecho, duele el hecho de perder el duelo contra el cansancio y la falta de sueño, es en este estado de podredumbre y desesperanza con el que me levanto a diario, si he de confesarme, me confesaré ahora, justo en un asiento de camión a los escasos minutos de asumir mi papel y seguir picando piedra, preparo mi mente para afrontar la verdad e ignorar el dolor que cada segundo en mí provoca, y pienso, y no dejo de pensar que la distancia no ha dejado de herirme, parece que mi vida no se ha vuelto más que un vaivén de soledades infinitas, aunque no tenga pruebas de haber estado solo nunca, mis recuerdos no son más que los de alguien que baila tangos con su sombra.

Soledad, dices que soy frío, quizás tengas razón porque a estas alturas he llegado a la conclusión de que no soy más que una bestia embotellada en un hombre, estoy seguro que mis fuerzas no fueron nunca más que las de una quimera y mi nombre no es sino el de alguien cualquiera, porque hasta yo sé que debe haber algo más en la vida que lo que se anhela de ella, algo más que simplemente permanecer con vida, también debe haber algo más allá que lo que se dice con las palabras y el silencio, algo que nos haga creer en la eternidad, y tú lo sabes, lo sabemos, porque de no habernos conocido quizás, solo quizás no habríamos sido capaces de ver a los ojos nuestros miedos.

Paso mis días interpretando soliloquios en el diván de mi propia mente, un diván incomodo donde la terapia de hablar consigo mismo resulta en visitar mi tumba para regalarme las flores que nadie sembró, pero eso, eso solo es el preludio de lo que serán las próximas horas del día, hasta que llegas y me das los buenos días, llegas en tono de armonía y me hablas, hablamos de cosas importantes que han ocurrido en nuestras vidas, o simplemente decimos alguna que otra ocurrencia y eso Soledad, le quita el manto de tristeza a mi día.

Debo confesar que creo en las palabras hirientes, creo en ellas como creí en los puentes que construyen cercanías, pero ahora lo único que tengo cerca es la muerte o al menos eso me parece, solo deseo que sea una mentira que en mí permanece después de despertar abrumado por un dolor tan real de una pesadilla de esas que enmudecen.

Me murió un poema, allí donde me alcanzó la espera, allí donde la espera marchita a la esperanza de cualquier persona, Soledad, hemos esperado tanto, de tantos, de aquellos, de algunos o de uno solo, que ya no esperamos nada, porque esperar no ha traído ningún cambio.

Muero justo donde la sombra, donde la sonora lluvia cobija mi llanto tan cantado desdoblado del alma mía y es que, si canto, cantaré canciones tristes, reiré por recuerdos que nadie recordaría excepto yo.

Aún mis pensamientos aturden mi mente escapando al mundo y parece el frecuente dolor que a días nace consecuente de mi frío silencio inminente.

La oscura noche parece ser un destello, fondo estrellado, fugaz, precoz en el tiempo.

Solía caminar en los parques de las centrales y animaba a las aves, al bolero y a la gente inmigrante.

Salía a recolectar basura para buscar palabras y aunque sabía que no debía, componía poesía, después en aviones, cartas, figuras de todo tipo y hasta en embarcaciones dejaba de versos ir por rincones, como el rincón de tu bolsillo o el rincón donde guardarás esta carta anunciando mi suicidio.

  • Autor: Roel De Olvido (Offline Offline)
  • Publicado: 7 de septiembre de 2025 a las 15:22
  • Comentario del autor sobre el poema: Hola amigos poetas y lectores, me hubiera gustado compartir esta prosa por partes, pero siento que no tiene mucho sentido hacerlo así, así que perdonen por tanto texto.
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 6
  • Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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