Voy y vengo,
nunca ceso,
trabado al tiempo no me detengo,
tampoco espero.
Detrás de mí hay un pacífico mar
en cuyo sosegado fondo
monstruos escriben increíbles historias.
Mi impertinencia es inconmensurable,
alrededor se ciñen todos a mi vaivén,
de enigmas y perpetuas carcajadas.
Veo al altanero e irrespetuoso marino.
Cuánto me río de su inocencia.
¡Ay… si supiera!
No necesito zarandear con fuerza
a quien adornado de feas verdades
pretende compartir su botín.
Más de uno ha sucumbido
ante mi paciente y silencioso bamboleo,
sus mismas fábulas y terquedad
lo hunden al abismo.
He de luchar toda mi vida
por el gusto de mostrar continuo
mi dócil rostro que nunca será el mismo.
Hay quien dice ser mi amigo
y me pregunta sobre cosas:
de la sublimidad,
de su hastío,
luego se va sin escucharme.
Demasiado tiempo
abarcando la inmensidad del espíritu
hacen que muera por hambre de espera.
Mi felicidad trasciende la calma,
al no despreciar mi amada orilla
que eterna me espera.
24-08-2025
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Autor:
Humberto Frontado (
Offline)
- Publicado: 6 de septiembre de 2025 a las 23:06
- Comentario del autor sobre el poema: El poema personifica las olas como testigos cínicos de la fragilidad humana, dotando al mar de una voz que mezcla sabiduría ancestral e ironía.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Gracias Humberto por andar entre la solas y yo en pleamar.
Abrazos.
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