La danza de las manos
Leonardo Gutiérrez Berdejo
(Poema inspirado en el cuento homónimo del propio autor)
I
Las manos del obrero no descansan.
Son manos curtidas, fieles, exactas.
La izquierda martilla, la derecha acomoda.
Juntas trabajan, aunque no se miren.
II
—Si cada una hace lo suyo,
la tarea se extiende, el día se acorta —le dijeron.
Y así aprendió.
Así ha construido, así construirá la casa, la pared,
en el silencio de la piedra y el cemento.
III
Pero hoy, el cemento llegó tarde,
los ladrillos pesan distinto,
el tiempo no avanza.
Pasa el capataz. Mira. Grita.
—¡Que trabajen juntas!
—¡No más esta danza absurda!
IV
Corre el jefe de cuadrilla.
Agita las suyas: son manos de protesta.
—¡Déjelas trabajar!
—¡Ellas saben más que usted!
V
El supervisor anota.
Con la derecha, sin mirar al obrero.
Entrega el informe.
El director lo lee.
Se toma la cabeza.
Llama con la izquierda.
VI
El gerente besa una mano
con anillos extranjeros.
Luego corre. Se lava.
Llama. Regaña.
No escucha.
VII
El presidente de la obra
frota sus palmas:
ha conseguido el dinero.
Y en el banco, las manos vuelan.
Firman. Sellan. Aprueban. Pasan.
De una mano a otra.
Como piezas, como cifras.
Como fichas.
VIII
Al final del día, la obra está lista.
Dos horas tarde.
El obrero baja el martillo.
Está agotado. Sin dinero.
Sus palmas, encallecidas,
ansían un descanso.
IX
Llega la comitiva. El director.
Trajes. Abrazos, regalos. Flash.
Saludos, besos y pancartas. Medallas.
Aplauden. Entregan un pergamino.
A otro de manos cuidadas. Todo honor.
X
El obrero llega a casa.
El perro lo lame.
Sus manos aún saben a cemento y piedra.
Cena en silencio.
Muestra la carta a su esposa.
—Retraso de dos horas.
Ella la lee. Las descontarán de la paga.
Llora sin lágrimas.
XI
Se abrazan.
Entran al lecho.
Ella le acaricia la frente
con dedos suaves como viento.
Él toma su mano. Ella la suya.
Y así, entrelazados, se duermen.
Esperando que mañana
las dejen danzar.
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Autor:
Leo (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 4 de septiembre de 2025 a las 07:51
- Comentario del autor sobre el poema: Las manos, algo maravilloso, pero las que trabajan y tejen los hilos de la vida y de la historia merecen toda nuestra admiración y nuestras alabanzas. Son un don apreciable, nada las iguala. Son ellas las verdaderas hacedoras del mundo con sus perfecciones y defectos.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
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