LUCHADOR SOCIAL

Aspiro a ser perfecto, pero no soy modelo para la sociedad. ¿Cómo podemos luchar contra una carnicería humana que nos envenena cotidianamente? No encontrarás la felicidad en el fondo de la botella, ni en las colillas de cigarrillo, ni en las hectáreas de estupefacientes. Ni en el amor a la soledad con profunda satisfacción de sí mismo, ni en la alegría sarcástica insoportable.

Creo que comenzaría a ganar dinero cuando me lleve la muerte. Actos sublimes o actos monstruosos son mi decoro, como poeta joven que pasa sus días vagando en busca de rimas frescas. Locuras juveniles o cuerpos peones del dulce verde inducido por el segador, goce mágico de su estupefaciente. Fue mi primera iniciación para hacerme hombre; "muerte intelectual" le llamaron cuando notaron una salud mental de atmósfera malsana, y yo en mi paraíso intelectual con hombres imbéciles que no conocen la humanidad ni la naturaleza.

Artista que rechaza el medio tradicional del arte, con placeres de solitario, alma perdida, cerebro intoxicado por los paisajes verdientes, en ocasiones el aguardiente y las enfermedades misteriosas de la mente.

Cerebro pictórico con tragedias líricas. Así reconozco mi vida efímera, con frenesí callado que me hace sentir acurrucado, como los senos de una madre cuando amamanta al culicagado. Mis versos nunca serán manipulados; serán crudos como labios no depilados