Con mi cítara canto,
y aunque es tarde te pido que perdones,
que el silencio no aguanto
y ya salen en sones
el ritmo de mis ásperas pasiones.
Oye atenta un momento
la forma en que te adoro, Clara mía,
y que llegue del viento
el son de mi osadía
pues que te adoro desde el primer día.
Te vi una vez, radiante
frente al sol, tu belleza demostrando,
y en tu noble semblante
yo me he quedado amando
ya tu hermosura que me estás quitando.
¡Ay, si verte pudiera
todos los días de mi vida dura!
¡Ay, si por primavera
creciera tu dulzura!
¡Y ay de mí, que me falta tu hermosura!
Si la amistad es llanto,
y desgracia y dolor y dura pena,
¿qué importa si te canto?
Libre me das condena,
y libre me has dejado una cadena.
Canción, llega al oído
de mi espléndida Clara, mi adorada
ninfa, y ve con sentido
a decir, desvelada,
que desde siempre ha sido, por mí, amada.
-
Autor:
Lisardo Barnuéh Pasgliozo (
Offline)
- Publicado: 3 de septiembre de 2025 a las 21:47
- Categoría: Amor
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: JUSTO ALDÚ, Tommy Duque
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.