A ti, Que fuiste luz.
Sé que creíste en mí,
cuando ni yo sabía del todo quién era.
Viste en mi sombra un fuego dormido,
¿fue fe, fue empatía… o solo un gesto de alma buena?
Me diste tu tiempo,
tu hombro en mis días de tormenta,
y quizá hoy solo ves ruinas,
una promesa vencida por el calendario.
Tal vez la esperanza que sembraste en mí
se secó en tus manos con el paso de los años.
Tal vez tu mirada, que un día me vio volar,
hoy solo ve a un ser que aún camina entre escombros.
Y lo entiendo…
¿Cómo pedirte que sigas creyendo
cuando todo parece igual o peor,
cuando el mundo giró y yo seguí estático en mis luchas?
Pero escucha…
no todo lo invisible está muerto.
A veces el bambú tarda siete años en asomarse,
y cuando lo hace, crece en días lo que otros en décadas.
El cactus puede esperar medio siglo para florecer,
y entonces, cada flor es una victoria silente.
No has perdido tu tiempo.
Tu fe no fue en vano.
Aunque no lo veas aún,
algo dentro de mí se ha estado gestando en silencio.
Mi vida aún no está escrita,
la tinta apenas comienza a correr.
Y cuando llegue ese día (porque llegará)
cuando lo que sembraste dé fruto,
te buscaré en el lugar donde habite la gratitud
y te daré de vuelta, multiplicado,
cada gesto, cada palabra, cada abrazo que me sostuvo.
Porque aunque tú hayas olvidado,
yo no.
Porque aunque tú hayas dejado de creer,
yo sigo agradeciendo.
A ti, que fuiste luz cuando mi noche no tenía estrellas,
te debo más de lo que jamás podré decir.
Y cuando llegue mi alba,
serás parte del sol que me hizo crecer.
-
Autor:
Ruben Dario GV (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 3 de septiembre de 2025 a las 10:24
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.