Desde la herida más honda,
tu calor asciende,
como un sol inesperado
que disuelve la escarcha del alma marchita,
incluso en quienes juraron no volver a sentir.
Sobre ellos caen
ríos de plata que bañan sus cuerpos,
silenciando el dolor con sus cantos.
Hondos suspiros se escapan;
a pesar de todo,
risas y besos abrazan sus corazones.
Se cuela por todos los rincones;
el amor no tiene condiciones,
libre como un corcel sin riendas.
Y en el silencio último,
donde la voz se apaga
y la carne olvida,
quedará tu calor:
el único hogar que nunca se abandona.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados
-
Autor:
_Incipiens_ (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 2 de septiembre de 2025 a las 08:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: Francisco Javier G. Aguado 😉, Hernán J. Moreyra
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.