Partir fue fácil,
era dejar atrás la puerta abierta,
el eco de un nombre en las paredes,
y el olor del pan que aún no se enfriaba.
Volver…
ah, volver exige un pulso más firme,
un corazón que soporte el peso
de los fantasmas que custodian la entrada.
En mi tránsito,
la memoria fue un faro y una herida,
la casa, un mapa tatuado en los huesos,
la identidad, un hilo que a veces corté
por miedo a no reconocer mi propio reflejo.
Aprendí que el poder acaricia
con manos que saben engañar,
y que cada victoria lleva oculta
la factura de un precio silencioso.
Entre deseo, deber y destino,
fui tejiendo con hilos de astucia
el puente que me trajo de nuevo,
no para encontrar lo que dejé,
sino para restaurar lo que el tiempo quebró,
y reconocer, al fin,
que también yo estaba rota.
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Autor:
Poemas De Una Mente Joven. (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 2 de septiembre de 2025 a las 06:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: Francisco Javier G. Aguado 😉
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