Escribir es una válvula de escape
un torrente de emociones en galope
una brújula que busca siempre el norte
la alborada que pretende no apagarse
aunque vientos incesantes siempre soplen.
Escribir es un gimnasio predilecto
donde el músculo constante fortalece
si se entrena como atleta persistente
con su cuerpo, con cabeza y pensamiento
y las letras en nutrientes las convierte.
Escribir es un refugio para el alma
una especie de madeja de colores
que tejiendo va sangrados corazones
y las venas encendidas por las llamas
en desiertos donde el llanto nunca se oye.
Escribir es una especie de camino
que recorre el caminante a la utopía
cuando el rumbo claramente identifica
y se embriaga, toda el alma en vino tinto,
cuando escribe lo que cura toda herida.
Escribir es un calmante a las angustias
de expresar y compartir un sentimiento,
de sacar lo que te agobia en el silencio
en las noches bajo sombras que se anidan
y se atascan los pesares en el pecho.
Quien escribe se libera de las penas,
los dolores, las ideas e inquietudes,
se libera de temores que se escurren
como larvas o malvadas sanguijuelas
que se pegan y la vida te consumen.
Y las letras que se escriben son caricias
una lanza que sutil expele aromas
contra todas las palabras ponzoñosas.
La metáfora es rosal con sus espinas,
que elegante sale hiriente con su sorna.
Escribir no es novedad ni vanagloria
es un fuerte compromiso con los otros
porque dice de nosotros lo que somos
si las letras acompañan a quien llora
por las guerras que producen unos lobos.
Escribir es una especie de locura
consecuente con las vastas injusticias
porque arriesga con su pluma hasta la vida.
Y si queda el escribano en una tumba…
¡En sus letras se germinan las semillas!
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Autor:
Freddy Kalvo (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 1 de septiembre de 2025 a las 11:34
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 0
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