El precio de la Justicia

Bajo el sol ardiente de San Salvador,

mi toga negra es un velo de dolor.

Mis ojos ven lo que nadie quiere ver,

un pueblo que se rompe y que se va a perder.

No soy de mármol, ni de fría ley,

soy de la tierra, de la mujer, del buey.

En mis manos, la justicia es de papel,

se arruga, se quema, y huele a hiel.

He visto a niños con hambre de pan,

y a madres que ruegan por un amparo en vano.

La balanza no es ciega, es de cristal,

se rompe si un rico no le da su aval.

Mi voz es el grito de un padre en la cárcel,

de una hija vendida por un sucio arancel.

Mis palabras son clavos para el que miente,

aunque la verdad sea un cuchillo hiriente.

Dicen que es bello luchar por la ley,

que es noble la causa, un hermoso rey.

Pero la crueldad de este juego es real,

la justicia es bella, pero a un precio fatal.

Porque cada victoria es un lamento,

cada libertad, un nuevo sufrimiento.

Mi alma es la tumba de los que perdí,

y mi corazón, la crueldad de lo que sentí.