En la cima del mundo, la ciudad arde,
con torres de acero que rozan el cielo,
y bajo sus sombras, el alma se parte,
silente se mueren los sueños al vuelo.
El humo del éxito cubre los días,
rostros sin nombre cruzan la acera,
la prisa es un dios, el alma, utopía,
la vida se quema tras cada frontera.
Se alzó el progreso como un monumento,
de sangre, de cifras, de gloria vacía,
dejando en ruinas el viejo cimiento
donde habitaban amor y poesía.
Niños dormidos en plazas de mármol,
madres que cambian su pan por tristeza,
hombres que venden su tiempo y su hálito
por una promesa sin naturaleza.
El canto del bosque ya no se escucha,
ni el río murmura su sabia canción,
las máquinas rugen, la tierra se encucha
bajo el peso gris de la destrucción.
¿Dónde quedó lo que fuimos un día?
¿Quién encendió este fuego sin causa ni tregua?
Progreso, le llaman, pero es herejía:
es ceniza lo que al viento se entrega.
Así vamos, ciegos, sin rumbo ni esencia,
tatuando concreto donde hubo raíz,
y al final del viaje, solo la conciencia
nos grita que fuimos lo que destruímos feliz.
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Autor:
Poemas De Una Mente Joven. (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 1 de septiembre de 2025 a las 10:16
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
Offline)
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