El inicio del descenso

Rafael Medina

La oscuridad no me destruyó; me enseñó a caminar por lugares donde la luz nunca llega. No es metáfora ni consuelo, es la única verdad que me sostiene en este mundo que se desmorona.

 

Muchos creen que la sombra significa muerte o derrota. Yo descubrí otra cosa: un orden oculto, una forma distinta de respirar, un refugio que no depende del sol ni de sus promesas vacías.

 

Recuerdo aquel día con la precisión de quien despierta en un lugar extraño. El sol entraba por las persianas como una condena, y todo alrededor era blanco, tan blanco que lastimaba. Voces huecas hablaban de esperanza, de caminos brillantes. Yo solo veía un pasillo interminable, cada vez más estrecho, cada vez más asfixiante.

 

Cuando cerré los ojos no fue por sueño, sino por cansancio del alma. Estaba harto de fingir un reflejo que nunca había sido mío. Y en la oscuridad apareció algo distinto: no un vacío, sino una presencia callada, paciente, como si me hubiera estado esperando.

 

Aprendí a escuchar: el crujido de las paredes, el murmullo de las grietas, un latido que no venía de mí, sino del silencio mismo. El miedo dejó de ser enemigo; se volvió idioma, y yo estaba aprendiendo a hablarlo.

 

Ese día comprendí que la claridad también miente: promete y oculta, mientras la oscuridad muestra lo que nadie quiere ver. Desde entonces mi vida dejó de ser mía. Hay caminos invisibles, y solo se abren para quienes aceptan ser devorados por la sombra.

 

Así empezó mi descenso, y no hubo regreso.

 

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Comentarios2

  • JUSTO ALDÚ

    Tu texto se abre como un ritual de iniciación: no hay derrota en la sombra, sino un aprendizaje secreto. La oscuridad, lejos de ser vacío, aparece aquí como maestra, como templo donde el silencio habla en su propio idioma. La atmósfera oscila entre lo confesional y lo visionario: pasillos estrechos, paredes que crujen, un latido que no pertenece al cuerpo, sino al mundo oculto. La claridad queda desenmascarada como máscara engañosa, mientras la penumbra se vuelve refugio y destino. El cierre es contundente: el “descenso” no es caída, sino tránsito irreversible hacia un orden más profundo, donde lo invisible dicta la única verdad posible.

    Saludos

    • Rafael Medina

      Gracias por leerme, pronto estare subiendo mas fragmentos de mi novela, Los senderos invisibles, la ciudad y sus ruinas.

      • JUSTO ALDÚ

        Bueno Rafael, me parece una buena prosa y el tema, interesante, tengo tantas obligaciones que me es casi imposible estar pendiente, pero avísame por cualquier medio, para leerte y comentarte, aquí hay muy poca prosa, y cuando la publicas, no todos leen,
        Una sugerencia "justificala"cuando publiques para que te salga en bloque, Solo es estética. Animos y te espero,
        Saludos

      • MISHA lg

        muy tristes y melancólicas tus letras poeta
        esos momentos tan devastadores no lo quiere uno para nadie
        bella noche
        gracias por compartir

        besos besos
        MISHA
        lg



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