Blasfemia.
(Yo, Inocente)
Te soñé con oro viejo en los labios
—nunca supe si besarte o robarte—,
cuando tus palabras sabían a
relojes sin cuerda,
campanas sin Dios,
pecados sin fecha.
¿Recuerdas, amor…
cuando me orabas en voz baja,
como si tu fe supiera
que yo no era santa
ni carne salvable?
Confesé que no nací para salvarte,
sino para incendiarte.
Ese día dejé en tus párpados
una cicatriz que se lee en silencio:
un secreto envuelto en ceniza.
Te amé, sí,
pero no como un buen pecado.
Te amé como herejía,
con la lengua quemada
y el alma de rodillas,
rezando por más.
Una noche dijiste:
“Adiós, cuídate”,
como si sellaras mi vida entera
y pudieras detener el extrañar.
No fueron solo palabras,
ni un consejo vacío:
fue un adiós en papel de hielo,
envenenado,
maldito.
Yo. inocente...firmé con sangre
tu credo.
Me cuidé tanto,
tanto,
que primero la piel dejó de sentir
y después el alma.
Hoy, con la fe muerta,
brindo con vino espeso.
Ya no siento nada—
sólo recuerdo tu nombre:
Blasfemia.
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Autor:
Isidora Luna (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 30 de agosto de 2025 a las 08:26
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 13
- Usuarios favoritos de este poema: FRANCISCO CARRILLO, Lualpri, Annabeth de León, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez, Éusoj Nidlaj

Offline)
Comentarios1
Por algún lado y al aire libre, cada vez menos libre pero por algún lugar estarán, descansarán esas palabras tuyas un día regaladas, obsequiadas con intención quizás, o sin quizás, de dejarlas como recuerdos en tu memoria de futuro y que será en cada ocasiones en que vuelvas a recordarlas.
Esto que llamamos sociedad está conformada por gente que cada vez lee menos y los que lee no saben qué leen, no comprenden qué creen entender y así seguimos ahogándonos en nuestros vacíos en los cuales lo único que flota es la ignorancia que arrastramos; tuve suerte, porque me lo advirtieron: " Cuidado con lo que lees, porque si oyes mierda hablarás mierda, y si lees mierda escribirás mierda". Por esta razón, creo, abro los oídos sólo unas cuantas veces al día, escogidas y por las noches, cuando lo que se oye solo es el Silencio.
¡¡Qué triste es comprobar que de 13 lecturas nadie haya osado decir una palabra aunque fuera vacía como tantas otras veces se lee..."
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