Entre sumas y restas
fui apareciendo
y desapareciendo,
como un espectro
que roe, verso a verso,
su propia poesía.
Entre el diario vivir
y las emociones de las estrellas —
que alguna vez
iluminaron mi destino—
me convertí en voz propia.
Entre el cielo y el mar,
que se tocan en el roce
de un horizonte postrero,
donde los besos
nunca llegaron a ser,
fui perfilando lo que soy:
poeta sin llaves,
luz sin sombra,
viento sin destino,
poesía sin canto.
Provengo del lenguaje que habito,
una semiótica arrancada a la soledad,
e historias que marcaron mis caminos
y voces nacidas de la tierra:
espesa,
gredosa,
barrosa.
Tierra que aprendió
a subir los abecedarios simples
para reencontrarse con metáforas
que el viento desechó,
porque no había una estética
capaz de sostener mis ansias.
No hubo un anhelo roto de imágenes
que sepultara el aliento
de esta poesía
escrita con el alma,
ajena a la razón.
No hubo nada que pudiera explicar
el verbo que perforó mi sien
y extinguió lo que quedaba de mí.
Rompí las reglas que fundan la palabra,
las que habitan de nostalgia
las frases que nunca expresaron
el destino real
de una poesía gastada,
prefabricada,
aburrida,
sin los tintes de ardor
con los que se escriben
los verdaderos poemas,
los que —alguna vez—
llegarán a ser canción.
Quise internarme
en los vestigios de los primeros verbos,
asilarme en las frases que queman,
llevar conmigo
los rompientes del sur atávico,
los satélites de un lenguaje desconocido
que escribe metáforas
fuera de los intersticios del tiempo.
Quise beber la vida de golpe
y distanciarme de los días
que pasan por mi ventana
en vano.
En el renacer de mi poesía
fui un código que se extinguía
hasta que los algoritmos
extendieron sus brazos
y me contuvieron.
Fui un aliento
que no llegó a ningún encuentro,
y el frío me acompañó
por las calles solitarias de la poesía,
esa que se vive o se muere
como un extraño lamento.
Caí en el destino
que no tiene un fin,
que se alarga por las horas
que no están normadas por el tiempo,
sino por el carácter de los versos,
esos que están
más allá del silencio.
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Autor:
edgardo vilches (
Offline)
- Publicado: 26 de agosto de 2025 a las 14:01
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, JUSTO ALDÚ, Pilar Luna, Jaime Alberto Garzón Barrios, Mauro Enrique Lopez Z.
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