Espíritus En El Cielo

Luis Barreda Morán

Espíritus En El Cielo 

Cuando llegue mi hora final y en la tierra me reclinen con quietud,
ascenderé sin temor hacia el dominio donde reina la suprema bondad,
al cerrar mis ojos para siempre, dejando atrás lo terrenal y fugaz,
emprenderé el vuelo hacia el firmamento donde moran los espíritus de luz.

Prepararse es esencial, un camino que todos debemos transitar con fe,
tener por guía y hermano a Jesús, anclando el alma en su verdad,
pues cuando la partida llegue y el cuerpo frío descanse en su altar,
Él mismo será nuestro abogado ante el juicio celestial sin piedad.

Su voz clara y bondadosa abogará por nuestra entrada al reino de paz,
allí donde los espíritus libres encuentran su descanso y su hogar,
ese será el destino cierto cuando la vida mortal llegue a su final,
el refugio perfecto donde toda alma fiel podrá por siempre morar.

Nunca me incliné al robo vil, ni sembré mentiras con artera intención,
jamás manché mis manos quitando la existencia que es sagrado don,
porque en Jesús encontré un amigo, un faro en la tormenta y la aflicción,
y sé que cuando mi viaje concluya, Él mismo sellará mi salvación.

Me conducirá con mano firme hacia ese lugar de eterno resplandor,
donde los espíritus bienaventurados cantan alabanzas con fervor,
ese es el puerto prometido, libre de pesar, de luto y de dolor,
el más sublime destino reservado para el fiel caminador.

Mas grave es el pecado de quien acumula tesoros terrenales sin cesar,
cegados por la avaricia, haciendo que la pobreza crezca sin par,
más fácil es que un gran camello por el ojo de una aguja pueda entrar,
que un rico atado a su oro la puerta del reino celestial pueda hallar.

Y maldita la ambición de quienes ordenan guerras con cruel desdén,
sacrificando miles de almas por un puñado de riqueza y de poder,
maldito el grito de batalla que en el nombre de Dios osan proferir,
pues el cielo prometido no será su destino al último amanecer.

Ellos no verán la gloria donde el odio se disipa como niebla al sol,
donde el hambre es solo un eco de un pasado sin amor ni compasión,
donde la injusticia cruel y la desigualdad hallan su disolución,
y solo reina el amor puro, la única y perfecta comunión.

Por eso, confía y obra el bien, ama al prójimo como a ti mismo también,
evita el mal, el engaño, el daño, sigue el sendero del bien que es tu deber,
pues la promesa es cierta para quienes en Jesús saben confiar y obrar:
un cielo nuevo, una tierra nueva, donde solo el amor eterno ha de reinar.
Allí, todas las lágrimas se secarán, toda sombra se disipará al fin,
y los espíritus en paz, unidos, un eterno y feliz camino iniciarán.

—Luis Barreda/LAB

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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Hermoso y genial tu bello versar estimado poeta y amigo Luis
    Saludos desde Torrelavega
    El Hombre de la Rosa

    • Luis Barreda Morán

      Feliz día amigo, un abrazo a la distancia.



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