Dama De Las Sombras

La Dama de las Sombras
de Wcelogan 

En la noche en que la luna titubea,
bajo un gemido que el viento disfraza,
pasa la dama de ojos vacíos,
sin huella en la tierra, sin rumbo ni guía.

Guarda en su pecho un secreto imposible,
un alma prestada que nunca fue suya.
Camina al filo del riesgo callado,
reina sin cetro, en un reino desierto.

En los rincones arde la risa
de un niño extraviado en la niebla,
sueños de luz que la sombra devora,
ecos de juegos que nunca regresan.

Oculta tras velos de muda agonía,
sus manos urden la brisa errante,
y en cada plegaria florece un vacío,
una rosa que sangra en la escarcha.

En su espíritu arde ceniza tardía,
un corazón de cristal que se quiebra,
custodiando sueños de un niño enterrado,
gritando en el viento con voz de silencio.

Oh, mujer sin nombre, sin rostro ni sombra,
que juegas a diosa en danza vacía,
deslizas tu aliento en antiguas heridas,
temes al día mientras finges creer.

Pasa la dama y pasa su infamia,
mujer sin reflejo, sin aliento en la brisa,
que existe en el todo, pero nunca en sí,
ahogando su paso en un viento sin dueño.

Que nadie la toque, que nadie la nombre,
pues carga en su sombra el peso del cielo.
Dama de sueños que nunca son suyos,
ternura deshecha en un vasto desvelo.

Sus ojos se apagan en fuegos ocultos,
y en su sosiego se esconde la fosa.
Es dueña de todo, esclava de nada,
vigía del tiempo que nunca avanza.

Parte del todo, fantasma del todo,
eco perdido en la inmensidad,
reina de sombras, corona de polvo,
que en la nada se quiebra, exhausta y mortal.

Y mientras crece, el instante se quiebra,
su nombre se disuelve, su esencia se niega,
y en el rumor de un mundo que nunca la espera
se entierra la dama en su propio orgullo.

Mas en su soberbia, un rumor persiste:
la ilusión de un amor que jamás fue su hogar.
Y en el abismo de su desespero,
su grito estrellado se apaga en la nada.