No la toques o te mato.
Te pidió que ya te corras.
Ella no es de tus morras;
de tus garras la rescato.
Basta, te dijo claramente.
Justo pasé, lo vi y escuché.
A tu vil acoso lo presencié.
Limpiá tus manos y mente.
El límite es algo personal.
No le faltes el respeto.
No es orgullo ni reto,
sino salud emocional.
¿Acaso sos menos hombre
si otra vez se te negaron?
No pasa nada si te ganaron;
no ensucies nunca tu nombre.
Serás acá el jefe o dueño,
y nosotros tus empleados,
pero no seremos esclavos.
Así que no pongas empeño.
A las mujeres no humillarás.
Es ley moral, laboral y nacional.
Y si eligieras lo bajo y banal,
por buenas o malas comprenderás.
¿Y quién soy para meterme?
No soy el héroe conocido.
No te señalo como bandido,
pero no pienso someterme.
No harás siempre lo que quieras.
Aprendé qué es consentimiento,
o quedate solo en confinamiento;
aquí somos personas, no fieras.
Por miedo no vamos a callar
ante abuso emocional o sexual.
Un acto evitable, letal y fatal.
Seremos conscientes: no aceptar.
No es cuestión de mala suerte,
ni defenderemos lo innegable.
El peligro del silencio es palpable.
No tememos al que se cree fuerte.
El dolor causado es tremendo:
meses o años para reparar,
difícil de cargar y superar;
no se cura con un remiendo.
No solo a ellas defendemos,
ni a vos te hemos amenazado.
Todo criminal fue hoy avisado.
Culparemos y castigaremos.
Y a cada corazón devastado y roto, abrazaremos…
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Autor:
Isgo (
Offline)
- Publicado: 24 de agosto de 2025 a las 11:54
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 4
Comentarios1
Este poema es un grito poderoso, un canto de resistencia y defensa de la dignidad, el respeto y el consentimiento.
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